Astroland: un científico se descubre a sí mismo en las condiciones extremas de Marte

Escribe: César Chaman Alarcón

En un traje blanco de astronauta como los de las películas de ciencia ficción, Rivaldo Durán bajó por quince días a una cueva enorme en Cantabria, al norte de España. 

A un kilómetro y medio de profundidad, el proyecto Astroland ha construido un “laboratorio espacial subterráneo” donde simula las condiciones extremas de Marte y envía periódicamente –a esa base– equipos de científicos jóvenes para probar si el hombre podría habitar, en el futuro, el Planeta Rojo. 

Rivaldo es provinciano, sanmarquino y de familia humilde, tres características que lo acercan al prototipo de vida terrestre capaz de adaptarse prácticamente a cualquier cosa. 

Estudiante del último año de Ingeniería Mecánica de Fluidos, su tarea principal en Astroland era realizar una serie de experimentos y validar fórmulas sobre el comportamiento de los líquidos en condiciones distintas a las de la Tierra. 

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El joven científico fue entrevistado en el programa ‘ANIDNA al día’

Y, sin ser parte de su especialidad, él mismo era objeto de estudio: el equipo de control en la estación central iba monitoreando sus reacciones –físicas y mentales– ante eventos fortuitos. 

En uno de esos quince días, la estación espacial sufrió una pérdida total de energía y Rivaldo conoció una forma distinta de oscuridad y silencio. Hombre de ciencia, al fin y al cabo, la razón le susurraba al oído que todo estaría bajo control; sin embargo, las emociones también pueden ser un fluido ingobernable. 

En otra ocasión, mientras realizaba una exploración fuera de la cápsula, junto a la científica experta en medicina humana, una señal en el panel de control de su uniforme –a la altura del antebrazo– le avisó que estaban perdiendo oxígeno. 

Sobre la marcha, los dos debían calcular si lo que les quedaba en el tanque les alcanzaría para llegar a toda prisa hasta la cápsula o si, por descarte, y en vista de que no tenían opción de correr para salvar la vida, debían permanecer en el lugar y controlar la respiración hasta hallar una solución mecánica para el problema con el abastecimiento de oxígeno. 

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El objetivo de Rivaldo Durán es convertirse en astronauta. Foto: Difusión

Hasta hoy, Rivaldo no tiene claro si esa falla fue real o inventada por la estación central para evaluar la psiquis de una médica y un ingeniero en medio de una dificultad grave. 

Duda cuando le pregunto si el hombre, en lugar de probar que se puede vivir en Marte, debería hacer algo más para salvar la Tierra. Y admite que incluso la carrera espacial se define por la ley voraz de la oferta y la demanda. En la Luna –explica– hay materia prima para mejorar la propulsión de las naves espaciales. La ciencia aporta conocimiento que puede emplearse para beneficio de toda la especie. O no. Es un tipo realista que aún no pierde la fe en el hombre.

En el fondo, sabe que el Rivaldo que se internó en la cueva es distinto al que emergió al cabo de dos semanas y un día. Abajo, extrañaba cosas elementales: el calorcito de la mañana, el trinar de los pájaros y hasta el ruido de la ciudad. Estar vivo es un proceso fisiológico, pero sentirse vivo es, más bien, un asunto de perspectiva. 

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Entrevista completa de ANDINA al día.: Video: YouTube Agencia de Noticias ANDINA

Lo escuché por media hora y un poco más, esta mañana en el set de ‘Andina al Día’, todo el tiempo que me lo permitió nuestra productora, Anabella Zamarriego. Y cuando me despedía, se me ocurrió que los directores de la central de Astroland habían hecho casualmente un enroque largo: enviaron a la cueva a un científico aplicado… y la cueva les ha devuelto un joven filósofo que sabe de ciencia.

(FIN/Ensayo General)

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