‘Confesor’: una mirada femenina desde el abismo

*Escribe Mary Soto

Antes de abordar el análisis del poemario Confesor, primer libro de Francisca Huamaní, quiero hacer algunas reflexiones que me suscitó el prólogo elaborado por el poeta Marco Martos, quien hace un marco referencial de la poesía de mujeres a nivel mundial, latinoamericano y peruano, que resulta fundamental para contextualizar la obra en estudio.

Es muy difícil que las mujeres hayamos logrado mantenernos en el canon oficial establecido. La poesía de mujeres en el Perú ha tenido que abrirse paso, dejar huella y visibilizarse a pesar de la sociedad patriarcal, los machismos y exclusiones que se viven, incluso en la capital y en sectores acomodados.

Hay referentes como Magda Portal, Blanca Varela, Catalina Bustamante, pero también mujeres invisibilizadas como Rosa del Carpio, cuya poesía social profundiza en los sentimientos, algo que luego relaciono con la poesía de Francisca Huamaní en Confesor.

Pertenezco a una generación, la del 80, en la que hay una mayor presencia de poesía de mujeres que hablan desde su experiencia vital, amorosa, sensual, con una mirada insurgente y rebelde. Luego, en las décadas posteriores, vemos voces más diversas que no solo hablan de cuerpo y sensaciones, sino que también abordan otros aspectos de la realidad social. En mi caso, me interesa ese diálogo con el contexto social en que vivimos.

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‘Confesor’ se presentó en la Cámara Popular de Libreros del jirón Amazonas. Foto: Difusión.

Confesor

Llegando ya a Confesor, este libro tiene un doble valor: el literario, que es inmenso, y el valor artístico, porque el diseño y edición han sido cuidados especialmente por el artista plástico y poeta Miguel Lescano, cuya ilustración de la portada dialoga directamente con los textos. Esta relación entre imagen y palabra es muy interesante y se repite en la contracarátula y las ilustraciones interiores, que enriquecen la experiencia de lectura.

En la poesía de Francisca encuentro una pasión por la mujer, como en la poesía del 80, pero con una mirada diferente: es pausada, no se detiene solo en las sensaciones, sino que hurga en la profundidad de los sentimientos.

El sujeto femenino, o la voz poética de Francisca Huamaní, es una mujer pausada y tranquila, que se conoce a sí misma, pero cuyo signo distintivo es el dolor y el desamor. Hay frustración y desilusión por el amor que espera alcanzar, mientras que el sujeto masculino es machista, insensible y huraño, como también señala Marco Martos: una persona alejada, incapaz de sentir y corresponder a esos sentimientos.

Sin embargo, esta relación, hasta cierto punto patológico, se establece con plena conciencia. En los versos podemos apreciar que este sujeto no la merece, no es alguien importante; al contrario, en los textos se evidencian sus defectos y se perfila como una persona con pocas virtudes y escasos atractivos.

Creo que esta historia no es solo de Francisca, sino que vehiculiza la voz plural de muchas mujeres que están subyugadas por ese tipo de relaciones tóxicas y enfermizas. Aquí el libro hace una crítica social profunda, aunque no explícita ni didáctica, sino sutil y poética.

Además, aprendí con este libro sobre el concepto de “amor líquido” que menciona Marco Martos, y que relaciona estas relaciones superficiales, sin compromiso, con la sociedad neoliberal individualista, donde muchas personas no se comprometen ni con las relaciones personales ni con causas o comunidades, viviendo en un egoísmo que prioriza solo el yo.

Este planteamiento me parece muy acertado porque invita a reflexionar sobre cómo construimos nuevas masculinidades, así como las mujeres hemos desarrollado memoria colectiva de nuestra situación, nos corresponde pensar cómo formar masculinidades libres e igualitarias.

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La edición del libro ha sido cuidada por Miguel Lescano. Foto: Difusión.

Profundidad y ciudad: emociones en Confesor

Uno de los poemas que me interesa es No nació mujer, que plantea un empoderamiento desde los sentimientos más que desde el cuerpo o la vida, lo que representa una mirada distinta a la poesía feminista tradicional, que suele centrarse en el cuerpo como lugar de liberación. Aquí, el empoderamiento parte del sentirse y reconocerse a sí misma integrada en vida, piel y emociones.

También quiero señalar que las metáforas y las imágenes en los poemas son muy citadinas, con alusiones al tiempo, la ciudad, el cuerpo y los colores, mientras que la naturaleza está casi ausente. Incluso cuando se habla de caracoles, estos están en un jardín urbano, lo que me parece una elección consciente de la poeta para reflejar cómo estos sentimientos y relaciones se desarrollan en el encierro de la ciudad.

Finalmente, hay una búsqueda de los sentimientos del lado oscuro, lo inconfesable, que atraviesa el libro y da sentido a su título Confesor. Esta profundidad emocional, que también puede verse en la propuesta visual de Lescano, conecta con nuestra humanidad más compleja y verdadera.

*Mary Soto es una poeta, periodista y critica literaria, cofundadora del grupo Kloaka.

(FIN) Ensayo General

Fuente: Canal de YouTube

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