Fernando Pazos Parró llevó “Bendita Primavera” a Tierra Baldía

Esa mañana, Fernando Pazos Parró no pudo recibirnos en persona: el “bendito» Seguro –una consulta que demoró más de lo esperado– frustró un encuentro pactado en presencial en días de pandemia. Sin embargo, en la visita a la muestra ‘Bendita Primavera’, en la firmeza del trazo y la versatilidad de su paleta de colores, pudimos sentir la necesidad vital de un artista que no admite postergaciones, la eclosión de una sensibilidad plástica que intenta abarcarlo todo mirando desde lo alto. Pájaro o dron, la perspectiva de Pazos toma distancia e invita a la vez.

Como describe la curadora Mariela Navarro, ‘Bendita Primavera’ es una colección que intenta homenajear a héroes y heroínas de la pandemia, gente que, inmovilizada por decreto supremo, ha imaginado el mundo exterior desde la intimidad de sus almas. La exposición se presentó hasta finales de agosto en la casa cultural Tierra Baldía, en la avenida del Ejército, Miraflores.

“Bendita Primavera” llegó en un agosto de pandemia. Tengo entendido que la muestra se empezó a gestar a fines del 2019 ¿En que medida significó un proceso de liberación ante el encierro?

Hubiera sido más realista o práctico celebrar en septiembre, aunque no más interesante. Sin embargo, las fechas no son tan importantes, pues en tiempos de pandemia hay que prepararse con anticipación. El hecho es que podría parecer que «hablo» desde el dolor, pero no: el encierro es voluntario, pues nos guardamos para protegernos, y ese encierro nos da espacio para analizar una situación adversa y sacarle la mayor cantidad de ventajas posibles.

No podemos ser indiferentes a los mensajes que nos da la naturaleza como gestora de nuestra vida. Efectivamente, hay que detenernos, pero para seguir adelante, con nueva energía, como un renacimiento. Como la primavera, que es la estación de la vida.

¿Qué siente un espíritu creativo como el tuyo ante un escenario gris como el de la pandemia del coronavirus? ‘Bendita Primavera’ ha sido una liberación frente a un panorama y un contexto grises, teñidos por la muerte y la enfermedad.

No podemos permitir que un escenario gris, con muerte y destrucción, nos detenga. Son precisamente los momentos difíciles los que nos sirven como un acelerador de la creatividad. Es nuestra propia vida la que se pone gris, y con mucha frecuencia. Y a ella, a nuestra vida, deberíamos regalarle muchas primaveras. Y cada día qué pasa, volver a florecer.

Mi idea de la muestra no es generar un espacio de crítica, sino simplemente buscar una salida y soluciones dentro de nosotros. Me considero un narrador de esas mil pequeñas anécdotas que nos da la vida y que conforman nuestra existencia y que podamos aprender de ellas. Así, encontrar una vida de colores y que se elimine el color gris.

Justo antes de la pandemia presentaste tú obra en la ONU, con la exhibición “Deja que los niños jueguen”. ¿Hoy tu temática está orientada a la búsqueda de la ternura y esa belleza de las cosas simples, sin remilgos ni exquisiteces?

Con la ONU fue otro contexto. Uno de los temas en la agenda de su Consejo de Seguridad para 2019 eran los niños. Dentro de mi permanente curiosidad del ser humano, me encuentro con que se debe dejar de lado la ternura o, mejor dicho, la compasión y pensar en quitar todas esas responsabilidades que se les asigna a los niños.

Los niños, que son lo que fuimos los adultos, tienen que ocuparse de crecer, de aprender, de vivir, en lugar de trabajar para su sustento y, peor aún, ser enviados a la guerra a luchar por su libertad, por “nuestra libertad”.

Eso es lo que me indigna, que nos olvidemos que nosotros también fuimos niños, con los derechos que tienen los niños: principalmente a ser criados, instruidos, amados y, sobre todo, respetados. Y no hablar de ellos en tercera persona. El mundo es de los niños y nosotros “los niños” tenemos que protegerlos.

Una de tus facetas como artista es el diseño. Pocos saben que el logo de la Mesa de Concertación para la Lucha contra la Pobreza salió de tus pinceles, así como portadas de libros de contenido social. ¿Cómo convergen estos espacios de creación?

Estos espacios de creación no son los únicos en los que tenemos que movernos. Los artistas somos, sobre todo, comunicadores, comunicadores visuales, si quieres llamarlos de alguna manera. El diseño y la publicidad también lo son.

Es obligación nuestra, como seres humanos, hacer que la comunicación sea clara para que nuestra sociedad, todo el mundo, tenga un derrotero común, que es la preservación de la vida: con igualdad, con justicia y, por qué no, con amor.

Al leer tu biografía me sorprendo al saber que tus inicios fueron con cursos por correspondencia ¿Esos que te ofrecían en los cómics? Después, has pasado hasta por la Escuela de Cine de San Antonio de los Baños, en Cuba. ¿Qué mensaje tienes para los jóvenes que buscan iniciarse en el arte?

Hay mucho por aprender y, al mismo tiempo, no hay suficiente. El proceso de aprender se da durante toda la vida. Escuché una vez un proverbio oriental que decía algo así como “la vida es tan corta y aprender es tan difícil que, cuando terminas de aprender, ya te tienes que morir”. Para mí, esto es una verdad absoluta. A los jóvenes que sientan realmente que son artistas, les digo que asuman un compromiso con su sentir. Y que avancen sin temor a equivocarse, los errores igual se van a cometer. Después se arreglan, es inevitable. Y si no se arreglan, aprendes de ellos, Pero no deben frenarnos. Hay que trabajar, con amor al trabajo, sin parar.

¿Cuáles son tus próximos proyectos? Sabemos que por temas de salud estás variando el ángulo, mirada y perspectiva de tus obras. ¿Cómo nos sorprenderás?

Los problemas de salud no me van a doblegar. Mientras haya cerebro y corazón seguiré adelante con algunas modificaciones en la ruta. Este tema de la primavera y la reconstrucción de la raza humana recién empieza. Mi idea es seguir con él hasta conseguirlo o hasta que se agote. Con fe y esperanza.

El autor

Fernando Pazos Parró dibuja desde niño. Primero experimentó en blanco y negro y¨, poco a poco, agregó color a sus ilustraciones. Creció leyendo cómics y estudió arquitectura. Pasó por los talleres Margarita Checa, Miguel Gayo y Miguel Ángel Cuadros. 

Pazos se dedica a la publicidad y el diseño, que terminan por redondear su capacidad visual. En esa búsqueda, estudió Dirección de Arte y Escenografía en la famosa Escuela de Cine de San Antonio de los Baños de Cuba. Hoy, la pintura es su pasión y su manera de vivir del arte y para el arte.

  • QUE LOS NIÑOS SIGAN JUGANDO. Naciones Unidas, 2019
  • MIS ALAS DE MADERA. Universidad Ricardo Palma, 2018
  • INTERIORES EXTREMOS. Icpna, 2017
  • MIRAFLORES, RAPSODIA EN AZUL. Fondo de Cultura Económica, 2015
  • SALÓN DE ARTE. Expodeco, 2014
  • ÉCHALO A ANDAR. Dédalo, 2011
  • DÉJATE DE JUEGOS. Dédalo, 2010
  • CRUCE DE LÍNEAS. Municipalidad de San Isidro, 2008
  • INCLASIFICABLES INCALIFICABLES. Icpna, 2004
  • EL RINCÓN DEL ARTISTA. Casa Cor, Ambientación, 1998
  • ATODOVOLUMEN. Galería Borkas, 1994
  • SANTUARIOS Y OTRAS PIEDRAS. Galería Borkas, 1989
  • ALUCINACIONES. La Maison Galerie, 1988
  • TINTAS. Galería Miraflores, 1985

(FIN/Ensayo General)

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