Si bien hacemos comedia para reírnos y relajarnos, también creo que el humor es una gran herramienta que puede obligarnos a reflexionar sobre situaciones que caracterizan al hombre y a sociedades como la nuestra, afirma el cineasta Gonzalo Ladines.
Varios años antes de la pandemia, él ya había explorado el terreno de lo que podría llamarse la comedia reflexiva con producciones como ‘Los cinéfilos’ (2013) y ‘Como en el cine’ (2015), películas sin intención de convertirse en ‘relatos ejemplares’ por un contenido didáctico o con carga de moraleja.
“Siempre digo que la comedia hay que tomársela en serio”, añade Ladines, cuya producción más reciente, ‘Muerto de Risa’, cumple su primera semana en la cartela local con un auspicioso número de espectadores en la taquilla y un flujo interesante de comentarios y discusiones en redes sociales.
El propio género de ‘Muerto de Risa’ genera controversia. Si bien se anunció como una comedia, lo más apropiado sería referenciarla como “un drama sobre un comediante”, tal como plantea Turkovski PE en Facebook.
La historia de Javi Fuentes
La historia del comediante Javi Fuentes –muy destacada actuación de César Ritter– tiene tres momentos que uno puede identificar en la vida de cualquier persona: la crisis, tocando fondo y el renacer. De allí que el diferencial respecto de otros relatos similares debería buscarse en el guion y las actuaciones.
Ritter cumple con creces en el papel de Fuentes, conductor del programa ‘Muerto de Risa’, un tipo capaz de cualquier cosa con tal de mantener el rating, aunque en ese ‘esfuerzo’ avergüence a su padre enfermo.
La muerte del padre frente al televisor –en plena emisión de ‘Muerto de Risa’– y un misterioso regalo póstumo marcan el tránsito a la debacle. Fuentes no es más el presentador divertido, su rating se desploma y él termina relevado por un ‘influencer’, un peso pluma con muchos seguidores.
En ese trance, una alcohólica bonachona, Alfonsina, aficionada al stand up comedy en busca de una oportunidad para salir de sus apuros económicos aparece en escena. Javi Fuentes necesita recuperar la chispa para volver a la conducción de ‘Muerto de Risa’ y la contrata como instructora de humor.
La historia hace también un zoom in en el mundo de la ‘tele’ y su gente de grandes aspiraciones y poco escrúpulo. Allí, Fuentes toca fondo en medio de galones de alcohol y kilos de cocaína. Y si bien toda degradación es un drama, la película salpica ese dramatismo con escenas jocosas y diálogos chispeantes.
La posterior reflexión, la comprensión de la naturaleza del problema y la esperada sanación llegan casi como “un final feliz” cuando Fuentes –con ayuda de su coach– deja de creer que lo más importante en la vida es caer “muerto de risa” a partir de la burla del otro y de sus defectos.
“¿Y eso está bien?”
“No busco aleccionar a nadie, sino reflexionar sobre lo que nos hace reír a los peruanos”, manifiesta el director, adelantándose a los puristas del cine y a los abanderados de lo políticamente correcto.
Paso a paso, Ladines demuestra que va de la teoría a la práctica, de las palabras a los hechos: “En el caso de ‘Muerto de Risa’, mi objetivo central es que reflexionemos sobre nuestro propio sentido del humor, sobre nuestra risa: de qué nos reímos, qué nos causa gracia, ¿y eso está bien?, ¿o está mal?”.
El día de la presentación de la película para la prensa, Ladines y parte del elenco ofrecieron una conferencia en el hall del Cine Planet Santa Catalina. Y a juzgar por el tono de las preguntas y los comentarios, el filme ha sido del agrado general.
En la oscuridad de la sala, yo también me había divertido –lo admito–, aunque llegué sobre todo a comprobar si era cierto aquello que prometió la productora Enid ‘Pinky’ Campos en una entrevista antes del estreno oficial: una película para reír y pensar. O para pensar sin dejar de reír.
“Son actores increíbles”
“Estoy contentísimo con el elenco”, detalla Gonzalo Ladines, refiriéndose a César Ritter, Gisela Ponce de León, Giselle Collao, Daniel Menacho, Job Mansilla, Gabriela Velásquez y los maestros Gianfranco Brero y Hernán Romero.
“Creo que todos son actores increíbles, cada uno está preciso en su papel –asegura–. A César Ritter lo van a ver en una nueva faceta, como no lo habíamos visto antes en ninguna otra película, igual que a Gisela Ponce de León”.
“En el caso de Gianfranco Brero, regresa al cine de una manera potente, está muy gracioso y muy solvente en su papel de empresario de televisión. De igual modo, me alegra mucho ver a talentos como Daniel Menacho y Job Mansilla, que no son nóveles, pero sí de otra generación y brillan muy bien en la pantalla, se roban muchas escenas”.
(FIN/Ensayo General)
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