Gabriela Ferrando Verástegui
Corría el año de 1996, tenía 11 años. El Nintendo 64 salía a la venta en Japón, la princesa Diana se divorciaba del príncipe Carlos, Juan Pablo II recibía a Fidel Castro en el Vaticano, el MRTA tomaba la residencia de la embajada de Japón en Perú y mi madre cocinaba todos los días a las 5 de la mañana en un concierto de ollas. La vecina del árbol se quejaba a voz en cuello de que la dejaran dormir. Nosotros descansábamos plácidamente.
Can’t take my eyes off of you
La casa de atrás tiene un árbol de guanábana y sus dueños nos miran pero no conocemos sus rostros. La luz prendida en la noche se refleja en mi sala por eso de madrugada no tenemos necesidad de encender el interruptor.
You’re just too good to be true
La casa de atrás tiene un árbol de guanábana y, en una ocasión, sus dueños nos regalaron sin querer uno de sus frutos o ¿quisieron reventarnos las cabezas? Fue una caída estrepitosa, el árbol no pudo sostener más el peso y nuestro patio quedó pintado de blanco pegajoso. Comimos lo que se pudo salvar.
…and I thank God I’m alive
La casa de atrás tiene un árbol de guanábana y sus dueños gritan que mi hijo se calle como si un bebé les pudiera hacer caso.
Trust in me when I say…
La casa de atrás tiene un árbol de guanábana y sus dueños…
Corre el año 2022, tengo 37 años…¿Quién vive ahora en la casa de atrás? ¿De quién es la guanábana?
(FIN/Ensayo General)
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