Testimonios narrados en primera persona, con un hilo conductor de acompañamiento profesional, son presentados en el libro ‘Reto a la empatía’. Allí, el psicólogo Orlando Villegas y dos mamás –Tiffani O’Leary y Amy Godwin–, comparten una mirada íntima sobre los desafíos y aprendizajes al criar un hijo con trastorno bipolar.
En pleno siglo XXI se presentan escenarios donde los trastornos de salud mental son temas cargados de estigma y desinformación. Este libro –editado en su versión en castellano por la Editorial de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC)– propone un enfoque profundamente humano: la empatía como herramienta terapéutica esencial.
El texto narra cómo las familias viven la crianza de un hijo con trastorno bipolar y, más allá de los manuales clínicos, abre un espacio para escuchar lo que ocurre en el núcleo familiar, donde cada conducta es un mensaje que exige comprensión y no juicio.
Ensayo General presenta este diálogo, donde Villegas analiza los desafíos, aprendizajes y urgencias de un tema que interpela no solo a padres, sino a toda la sociedad.
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¿Qué lo motivó a escribir ‘Reto a la empatía’ y qué espera que sientan o comprendan los padres que lo lean? ¿Cuál es su público objetivo?
–Para mí, uno de los diagnósticos más difíciles de entender es el trastorno bipolar. No soy el único. Instituciones como la American Psychiatric Association y la American Academy of Child and Adolescent Psychiatry, entre otras, tienen enfoques y criterios diagnósticos diferentes. Muchas familias no están familiarizadas con el trastorno bipolar.
Es fácil confundir este trastorno con otros diagnósticos, tales como el trastorno por déficit de atención con hiperactividad o el trastorno negativista desafiante. Un diagnóstico incorrecto puede llevar a un tratamiento poco efectivo.
Queremos enfatizar el rol importante que la familia tiene en el diagnóstico y tratamiento del trastorno bipolar pediátrico. Así como los profesionales son expertos en sus áreas, los padres deben convertirse en expertos en la conducta de sus hijos. La empatía es la herramienta necesaria para que esta relación con los hijos contribuya a un tratamiento más efectivo.
La intención de Amy y Tiffany no fue la de compartir, con otros padres, teorías sobre el trastorno bipolar. Su intención fue la de compartir con otros cómo es la bipolaridad en sus hijos, David y Nick. Su idea es compartir como se vive la realidad de tener un hijo con un trastorno bipolar, no desde el punto de vista clínico, sino desde la realidad de la familia y de la casa donde viven.
¿Qué lo motivó a unir su voz a los testimonios de Amy y Tiffani?
–Sin la cooperación de Amy y Tiffani este libro nunca hubiera sido posible. Ellas ofrecen una perspectiva que nadie más puede ofrecer. Conocemos los libros, la información que otros tienen sobre el trastorno bipolar, pero solo las madres pueden ayudarnos a entender la realidad bipolar tal como la vive el niño/adolescente. Sin esta información, sólo tratamos al diagnóstico, pero no al niño que tiene el diagnóstico.
¿Cómo se convierte esta empatía en una herramienta terapéutica concreta dentro de la familia?
–Amy y Tiffani mencionan que para conocer lo que significa tener un trastorno bipolar en un niño/adolescente, tenemos que entender y validar sus ideas. Esto no quiere decir aceptarlas, pero si reconocer que existen y que motivan conductas perturbadoras. El afecto de las madres por sus hijos es una emoción intensa que queremos pensar que es indestructible. Pero cuando las madres confrontan las conductas inesperadas, perturbadoras, irrespetuosas y abusivas que resultan de este trastorno, se les hace muy difícil entender y validar conductas que, en realidad, son síntomas de una en enfermedad y no la descripción de una emoción real en contra de la madre.
¿La empatía materna puede realmente transformar el proceso terapéutico?
–La empatía, manifiesta en la conducta de las madres, representa un mejor entendimiento del trastorno bipolar. Cualquier otra reacción que puede ser considerada como normal y esperada ante estas conductas perturbadoras, debe ser una señal de alarma que nos avisa de la necesidad de un mejor entendimiento de este trastorno. Debemos incluir la posibilidad de la asistencia de la escuela a través de los maestros, familiarizándose con trastornos que aparecen en la edad escolar.
Muchos padres se sienten solos o perdidos cuando enfrentan diagnósticos de salud mental en sus hijos. ¿Qué mensaje quiere transmitir a quienes están atravesando ese momento de incertidumbre?
–El día que los padres expresen la necesidad de asignar la responsabilidad del tratamiento a otras personas, ese es el día en que las posibilidades de un tratamiento exitoso disminuyen considerablemente. Como padres podemos no saber sobre el tratamiento. Pero si los padres, siendo las personas que más quieren y desean proteger a sus hijos, se sienten abrumados e incapaces de seguir adelante, imagínense a los maestros de escuela, a los futuros jefes o compañeros, que no tienen la obligación que suportar estas conductas, no van a ayudar. Esto hace que los padres sean la mejor oportunidad y la única para que estos niños aprendan a vivir en sociedad.
¿Los padres también necesitan acompañamiento emocional? ¿Qué tipo de ayuda o espacios terapéuticos recomendaría para ellos?
–Cuando la salud mental de un miembro en la familia requiere de tratamiento, toda la familia es parte del tratamiento. No hay ningún problema de salud mental que afecte sólo a un miembro. La estabilidad emocional de los padres es muy importante cuando tratamos de estabilizar las emociones de los niños. En adición a la terapia de familia, en ciertas ocasiones una terapia de pareja para los padres se hace necesaria.
¿Cómo esperan que este libro contribuya a cambiar la forma en que la sociedad y las comunidades perciben a las familias que conviven con trastornos mentales infantiles? ¿Cómo visibilizar a los pacientes que sufren estos trastornos?
–La perspectiva de la sociedad sobre salud mental ha evolucionado significativamente desde que el médico francés Philippe Pinel (1745-1826), reconocido como el “padre de la psiquiatría clínica moderna”, realizó un trabajo para humanizar el tratamiento de pacientes con enfermedades mentales. Las personas con enfermedad mental son, en primer lugar, ‘personas’. El tratamiento no va al diagnóstico sino a la persona. Los libros nos hablan de las enfermedades y no de las personas que la sufren. Tenemos que conocer ambos para que la ayuda sea más efectiva.
¿Cómo espera que este libro impacte en la mirada social hacia los niños con trastorno bipolar y sus familias?
–El mayor problema que afrontamos en el tratamiento de enfermedades mentales es que (son problemas que) “no se ven”, tal como el cáncer o la inflamación. Vemos los síntomas, pero no la causa de la enfermedad, tal como la ceguera por una alteración física de los ojos. Para complicar aún más la realidad del trastorno bipolar, consideremos los cambios súbitos de ánimo, al pasar de ser amigable y sociable, a ser agresivo y ofensivo; de portarse muy bien en la escuela, a tener una conducta perturbadora en casa.
Los niños/adolescentes que presentan un trastorno bipolar no son felices con el trastorno, no desean tenerlo, no ha sido su decisión el nacer con el trastorno. Ayudarlos es responsabilidad de los padres y de los profesionales en educación y salud.
(FIN/Ensayo General)
Infórmate, escucha, acompaña
‘Reto a la empatía’ es un recordatorio urgente de que la comprensión empieza por casa. Orlando Villegas, junto a Amy y Tiffani, nos confronta con una verdad que muchas veces pasamos por alto: detrás de cada diagnóstico hay un niño que necesita ser escuchado, una madre que no se rinde y una familia que, con errores y aciertos, lucha cada día por entender más que controlar.
Si conoces a una familia que convive con un diagnóstico de salud mental infantil, acércate con empatía, no con juicio. Infórmate, escucha, acompaña. Y si eres padre o madre enfrentando esta realidad, no estás solo. Libros como ‘Reto a la empatía’ ofrecen la certeza de que hay esperanza cuando se elige caminar con amor, conocimiento y comunidad.