Violencia política y el conflicto de las interpretaciones, una reflexión sobre el conflicto armado

Escribe: Osmar Gonzales Alvarado (*)

La violencia política sigue siendo, y es imprescindible que sea así, un tema que no deja de generar debates y reflexiones en el Perú. Las marcas que dejó el Conflicto Armado Interno (CAI), iniciado por Sendero Luminoso en 1980 –y su respuesta por parte del ejército–, en la vida política, social y cultural son muy grandes como para olvidarlas sin repensar en ellas.

Conocer no es perdonar, es reconciliarnos con nuestra propia realidad, como decía Hanna Arendt, filósofa política judío-alemana que sufrió la persecución del nazismo. Las peores realidades son posibles, y solo se podrá superarlas con la acción de la sociedad organizada políticamente.

Conocer es algo en lo que están en contra los sectores conservadores que pretenden negar el pasado vivido en la década de los años 80, amnistiando a violadores de los derechos humanos y hacer parecer que nada sucedió. No entienden o no quieren reconocer que el conocimiento nos permite tomar consciencia de lo que somos como resultado de ese pasado que la derecha busca escabullir.

 Dentro de ese afán por conocer y comprender se ubica el libro de Álvaro Paredes Valderrama, Violencia política y el conflicto de las representaciones. Desde Degregori, Flores-Galindo y Manrique (Animal Siniestro, 2025), es un agudo estudio que, desde los trabajos de los tres destacados intelectuales, nos explica con detalle cómo el país llegó a la violencia política, sumamente destructora. Se trata de una lectura crítica de sus explicaciones. Se trata de un auspicioso inicio de una carrera autoral que auguramos será de éxitos.

<< PARA LEER EN RED>>  96 años después publican edición facsimilar de la revista “Repertorio Hebreo”
Ponciano del Pino y Guillermo Rochabrún presentaron el libro en la Libreria Sur. Foto: Difusión.

El autor y su aporte

Álvaro Paredes Valderrama (Lima, 1989), es sociólogo formado en la Universidad Católica, posteriormente, obtuvo el grado de Maestro en sociología en la Universidad de Cambridge, y en estos momentos realiza el doctorado en la misma disciplina en la mencionada casa de estudios. También ha sido profesor en la PUCP, San Marcos y Universidad del Pacífico, y ha trabajado en temas relacionados con el desarrollo, la desigualdad y la minería y su impacto ambiental.

Violencia política y el conflicto de las interpretaciones es su primer libro y denota su preferencia por la teoría sociológica y la historia peruana. Es un trabajo que constituye un aporte importante en el estudio de la violencia política.

<< PARA LEER EN RED>> Festival de Cine de Lima, un encuentro con la diversidad, el territorio y la memoria
Violencia política y el conflicto de las interpretaciones es el primer libro del autor. Foto: difusión.

Las secciones del libro

En primer lugar, llama la atención cómo el autor, en la primera parte del libro, encara el análisis de los tres intelectuales anunciados en el título mismo. Como señala Guillermo Rochabrún: “… no confronta entre sí a Degregori, a Flores-Galindo, y a Manrique, sino que enfrenta a cada uno consigo mismo; y descubre en ellos un doble discurso. Por un lado, esbozaron teorías generales apoyadas en nociones como el racismo o la modernización trunca, que proyectan una inexistente homogeneidad sobre una realidad diversa y fragmentaria. Pero, por otro lado, realizaron análisis de contextos locales donde aparecen sujetos que se comportan de variadas maneras, según las circunstancias” (Contraportada).

Es el modo que Paredes Valderrama ha escogido para “reencontrarse con nuestros intelectuales”.

Para desarrollar dicha primera sección, la de la mirada a los intelectuales, el autor justifica así su elección: “Partimos de ellos porque aspiran a entender la violencia del CAI [Conflicto Armado Interno] y los mecanismos mediante los que fue legitimada para ejecutores y víctimas…” (p. 21). En ese recorrido que realiza de nuestros intelectuales surge un concepto fundamental: legitimidad, que proviene del sociólogo alemán Max Weber, a principios del siglo XX.

No toda violencia fue ilegítima, también las hubo la aceptada, en determinados momentos de nuestra historia, debido tanto a procesos políticos y culturales, como a un sentido común (racismo, discriminación, el orden estamental) emanado desde el poder que ordenó la vida social en dominantes y dominados: una estricta clasificatoria que las clases populares y la sociedad en su conjunto asumieron con fatalismo. Desde ese tejido argumentativo, se revela el objetivo de este libro: el análisis del poder y de la violencia en el Perú.

La segunda sección, más extensa, y con una mirada que podemos llamar socio-histórica, el autor reconstruye lo que considero es una socio-génesis del esquema de dominación del indio en el Perú. El autor inicia su reconstrucción desde los tiempos de la colonia, continúa con el inicio de la república y el tiempo de la prosperidad falaz del comercio guanero, hasta llegar al siglo XX.

Indígenas, violencia y Estado

Con respecto a ese momento histórico, Paredes Valderrama afirma: “…aunque la República aristocrática significó para muchos indígenas perder conexiones con el Estado central y quedar bajo el ilegítimo poder y violencia de los gamonales, también los empujó a movilizarse para recomponer sus relaciones con el Estado” (p. 81). El resultado fueron las oleadas de rebeliones indígenas por hacer que se atiendan sus demandas.

Desde fines del siglo XIX hasta los años de 1920, especialmente, surgió sobre esa realidad el intenso debate sobre el indigenismo y la nación. Posteriormente, el reformismo militar de Juan Velasco Alvarado redefinió al indígena como campesino: “Así, la reproducción de la visión tutelar de gobiernos directos y centralizadores posibilitó el ejercicio de derechos entre los tutelados; lo que significó que estos atravesaran las barreras jerárquicas, y esto, minó la precaria legitimidad de las pretensiones de dominio de los no-indígenas” (p. 107).

Una idea muy importante del autor es que “…en la historia política andina, lo local, heterogéneo y fragmentario, se entrecruzó con lo nacional, homogéneo y vacío; constituyendo un reto para los sucesivos gobiernos” (p. 109). De esto deriva la mirada analítica: incluir las historias políticas locales, y en ellas las violencias específicas, en el funcionamiento general de la sociedad. Solo así avanzaremos en una comprensión más profunda del CAI.

La “misión tutelar” de Sendero Luminoso

Sendero Luminoso definió su “misión tutelar” por medio del cual se arrogó el derecho a señalar el rol que debían cumplir los indígenas, dentro de un proyecto de destrucción del Estado, lo que no era el de los indígenas perseguían, pues, por el contrario, buscaban al Estado –aunque no necesariamente con éxito– porque pensaban que era la institución que podía atender sus demandas. En este punto, es interesante la afirmación del autor cuando apunta que SL podía ser uno de los recursos utilizados por los indígenas para alcanzar sus propios objetivos (p. 110). Luego, cuando arreciaría la violencia, SL castigó sin piedad a los propios tutelados, es decir, a los indígenas, como modo de reafirmar su poder sobre ellos.

De esta manera, las relaciones de poder se van reconfigurando, al tiempo que el Estado modifica su estrategia: se reprimir a los indígenas a tratar de ganar su apoyo. Como advierte Félix Reátegui en su “Prefacio”: “El lector encontrará en la discusión en los diversos periodos de dominación que plantea Paredes Valderrama una dinámica de continuas negociaciones y redefiniciones del poder y la dominación según las poblaciones indígenas despliegan tácticas para hacer valer sus intereses” (p. 11). El lector disfrutará con su encuentro con una historia en movimiento permanente por medio de la escritura.

Tiempo y conocimiento

En la presentación del libro realizado el 1 de agosto en la Librería Sur, Ponciano del Pino, acompañado de Rochabrún y del propio autor, señalaba que la argumentación de Paredes Valderrama cuenta con la ventaja de la distancia temporal que tiene con los sucesos que analiza y con los estudios de los intelectuales que trata y otros. Existe un acumulado investigativo que el autor se ha apropiado con agudeza analítica.

Efectivamente, como señala la mencionada Arendt, el tiempo es fundamental para elaborar un pensamiento crítico. El libro de Álvaro Paredes Valderrama es una brillante constatación de ello.

(*) Osmar Gonzales Alvarado es doctor en Ciencia Social por El Colegio de México. Ha sido director técnico de la Biblioteca Nacional, agregado cultural en Argentina, director de la Casa Museo José Carlos Mariátegui. Además, es profesor universitario y autor de poco más de treinta libros sobre intelectuales y pensamiento político.

(FIN) Ensayo General

Más Noticias Destacadas

Deja una respuesta

CONTACTO

Magdalena, Lima-Perú  | +51 908 801 019  |  contacto@ensayo-general.com
Para mayor información los invitamos a suscribirse.

Las notas, entrevistas y artículos de ‘Ensayo General’ son gratuitos, pueden ser utilizados y publicados citando la fuente. Si deseas colaborar con ‘Ensayo General’, puedes ingresar a Yape en el Perú y a PayPal desde el exterior.