‘El amigo que nació el día que Dios estaba contento’, presentan libro homenaje a Luis Llontop Samillán

Escribe: Félix Grández Moreno

La comunidad del Pan y el vino ha publicado el libro ‘El amigo que nació el día que Dios estaba contento: un homenaje a Luis Llontop Samillán y su legado‘. Félix Grández compartió con Ensayo General el prólogo del texto, un tributo póstumo al periodista, cristiano y hombre de fe.

Lucho Llontop Samillán nació un día en el que Dios estaba contento. No lo supo entonces. No podía saberlo. Muchos años después empezó a sentirlo y, tal vez por ello, la alegría y la gratitud tuvieron un lugar importante en su corazón y en la forma como encaminó su vida. 

Lucho nació con una enfermedad congénita. No lo supo entonces. No podía saberlo. Cuando se enteró, poco antes de cumplir los treinta años, decidió hacerle pelea con entereza. Y hasta el final de sus días fue un paciente disciplinado, con la disciplina que exige la esperanza. 

Este es un homenaje a Lucho, no es un panegírico. No es una alabanza, no puede serlo, porque la desmesura en el elogio no le haría justicia a este ser humano tan normal como todos y, a la vez, tan excepcional en su normalidad.

Es un homenaje porque queremos reconocer y agradecer lo que Lucho significó no sólo en la vida de la comunidad del pan y el vino, sino también en las vidas de muchas personas y grupos en diferentes lugares del Perú. 

En Lucho se juntaban la historia y las historias. La historia de Lucho es, en buena cuenta, la historia de una generación de jóvenes de parroquias y barrios populares en Chiclayo, en Lima y en todo el Perú y América Latina. Una generación que en los años setenta empezó a vivir su fe de manera comprometida con los pobres y por la liberación. 

Lucho pertenece a una estirpe de cristianos donde, junto a personas como monseñor Óscar Romero, Pilar Coll, Jorge Álvarez Calderón o Consuelo de Prado, están también José Méndez, Laura Christenson, Alberto Delgado, Antonio Villalobos y Silvia Nole, por mencionar sólo a algunas de las amigas y amigos que ya partieron. Pero hay cientos y miles de personas que viven su fe de esta manera.  

A su vez, Lucho hizo un camino propio. Y le tocó tejer sus propias historias. Las suyas tuvieron el distintivo de ser historias de amistad. En la familia pequeña y en la extensa, en el barrio, en los diferentes trabajos que realizó, en los diferentes ambientes por los que transitó, cultivó el arte de la escucha y la conversación, la cercanía y el acompañamiento, el carácter afable y, a la par, la firmeza para decir lo que a veces no se gusta escuchar.

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Luis llontop en su faceta de periodista con el violinista Máximo Damian. Foto: Facebook.

Lucho no era escritor. Al igual que la mayoría de nuestra generación de militantes católicos, su vida estuvo más orientada al hacer. E hizo mucho. Pero también escribió y escribió bastante. 

Escribió un diario personal durante varios años, escribió artículos periodísticos, guiones y pautas para radio, así como también crónicas con el estilo del buen samaritano. Escribió cartas de amor a Gladis y cartas a su comunidad, la comunidad del pan y el vino, la comunidad en la que estuvo por más de treinta años. 

En la mayoría de los casos, sus cartas transmiten palabras que acompañan sus gestos, sus acciones, su querer y su compromiso. Pero no son pocas las situaciones en la que esas palabras anticipan al querer y expresan sus ganas de imaginar y hacer caminos nuevos, de apurar la historia. 

Entre las palabras y los escritos, está el discernimiento. Lucho escribía por la necesidad de discernir, de entender no solo las señales del cielo y de la tierra, sino también la presencia y los caminos de Dios en la historia. Escribía sobre temas que interpelan la fe y la vida de un cristiano de nuestro tiempo y en nuestro país.

Su legado no es, en principio, el de sus escritos. Su legado es su vida, su testimonio y compromiso. Sus ideas encarnadas en una forma de vivir. Su espiritualidad. Porque si hay algo que movilizó a Lucho, como una chispa interior que lo impulsaba a vivir, fue el seguimiento de Jesús de Nazaret.

El día que Lucho murió, Dios también estaba contento. No por su muerte, sino por su vida. Una vida que fue y sigue siendo una manifestación del amor y del buen humor de Dios en nuestra historia.

(FIN/Ensayo General)

Presentación:

El amigo que nació el día que Dios estaba contento: homenaje a Luis Llontop Samillán y su legado’ será presentado este viernes 17 de noviembre a las 7:30 pm. a través del Facebook live de Pan y Vino Ediciones.

El panel de presentación lo integran Mía Nauca, Santiago Srebot, Alejandra Montoya y Agustín Grández.

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