Danza clásica: una cierta perfección, el baile de la maestra Patricia Cano.

Hay dos noches que la maestra Patricia Cano recuerda con nitidez. La primera, cuando se rompió la rodilla en plena función, después de un salto virtuoso en una temporada de ‘El Corsario’ en el Teatro Municipal. La segunda, cuando se despidió de los escenarios como primera bailarina y el público la aplaudió media hora, sin parar. “¿Qué es el ballet para mí?”, repite la pregunta como en un balbuceo, recuerda sus pies ‘destruidos’, guarda silencio, sus ojos claros se pierden en la filigrana de un marco en pan de oro.

Dolor no sintió al golpear el piso tras el último salto de la noche, pese a que una de sus piernas había terminado en una posición anormal. Pero ya no logró ponerse en pie. Su compañero de baile la levantó en brazos y fue entonces que a la bailarina se le escaparon las lágrimas. “¡Mi rodilla cayó volteada para acá!”, intenta explicar con un giro de manos entrelazadas.

En la platea, los palcos y la cazuela del teatro, el público aprobaba la escena. Después de todo, parecía una secuencia realista de ‘El Corsario’, una historia de amor con sufrimiento, la batalla de Conrad y Medora contra la codicia de un tratante de mujeres. Esa noche de 2006 –lesionada y maltrecha–, Patricia Cano una vez más salía del escenario entre aplausos.

Patricia Cano: Tres decádas dedicadas a la danza. Foto: oto: ANDINA/Daniel Bracamonte.

Con todo el público

A la maestra Cano, las bailarinas del Ballet Municipal de Lima la llaman Miss Patty, una familiaridad que se alimenta de la cercanía y el respeto que inspira la experiencia. Treinta años sobre el escenario en puntas de pie, con miles de saltos y cargadas –temporada sobre temporada– e incontables horas de ensayo, no son poca cosa. Y aun cuando ya dejó de bailar en primeros roles, ella sigue aprendiendo.

Al terminar la secundaria, en 1982 ganó una beca para estudiar ballet durante un año en Mónaco, en la Princesse Grace Dance Academy. Todo pagado, menos el pasaje a Europa. “Vamos a ver qué dice tu papá”, alcanzó a comentar la mamá de Patricia, cuando les dieron la noticia en Trujillo. Era solo un formalismo acomedido: madre e hija sabían que ella jamás dejaría pasar esa oportunidad.

“Sí, efectivamente, rotura de ligamentos cruzados –confirmó el doctor Moses, el traumatólogo al que llegó en busca de respuestas para su incertidumbre, tras el accidente con la rodilla–. Pero volverás a bailar, confía”. En los ocho meses que pasaron entre la lesión, la cirugía y el descanso postoperatorio, Patricia aprovechó para repasar grabaciones de las bailarinas a las que admira: la cubana Alicia Alonso y la rusa Natalia Makarova –entre las grandes leyendas– y la argentina Marianela Núñez, entre las más jóvenes.

Observaba sus movimientos, la forma en que dominaban el escenario y también sus gestos, algún mohín, un giro, una mirada que intensificara la alegría, la pena, la seducción o el dolor que debían transmitir en medio del baile. “La primera bailarina tiene que hablar con todo el público: desde la primera fila en la platea hasta la cazuela”, asegura.

Antes de que se popularizara YouTube, las alumnas de Lucy Telge miraban en un televisor los videos de ballet que su maestra traía en cada viaje fuera del Perú. Allí examinaban la plasticidad de cuerpo de Alicia Alonso en ‘Giselle’, la fuerza de piernas de Makarova en ‘El Lago de los Cisnes’. Analizaban todo, cada grabación les dejaba algo.

De a pocos, Patricia ampliaba su repertorio de detalles y los repasaba minuciosamente frente a un espejo grande en el baño de su casa, hasta que alguien –cansado de esperar– le golpeaba la puerta para que saliera: ¡Ya pues, Patty! Ojo, una bailarina de primeros roles puede tomarse esas pequeñas licencias hogareñas.

Marita Casafranca, Ballet Municipal de Lima. Foto: ANDINA/Daniel Bracamonte.

Proyección escénica

En el Salón Dorado del Teatro Municipal de Lima, Marita Casafranca y Jesús Luzuriaga recrean una cargada de ‘El Corsario’ para nuestra sesión de fotos. Ambos serán bailarines principales en la temporada que comienza en abril: tres actos en dos horas por cada función, con 40 minutos efectivos de baile para los papeles protagónicos.

Esta vez habrá tres parejas principales –Conrad y Medora en las islas del mar Jónico– que se alternarán de función en función. “Nadie podría bailar todos los días –comenta Luzuriaga–; este es un ballet intenso donde las rodillas y los talones son los que más sufren”. Miss Patty da instrucciones adicionales: “Ustedes tienen que mirarse a los ojos para que se vea que de verdad se quieren”.

El reto de los bailarines está en la proyección escénica, explica Patricia Cano, recordando el tema de su tesis de licenciatura. “No basta con que a la bailarina se le vea bonita en puntas de pie; no se trata solo de lograr los pasos, sino de ‘llenar’ el escenario con tu presencia y encarnar al personaje que estás interpretando”.

En tres décadas, ha hecho todos los roles principales en el Ballet Municipal. Y hoy necesita trasladar esa experiencia a los bailarines más jóvenes, aun cuando las condiciones de trabajo son diferentes. “Nuestros camerinos eran de calamina y triplay, hacía un calor horrible”, recuerda sin fastidio. “Bailábamos sobre madera, en cemento, lo importante era bailar. No teníamos el piso de linóleo que ahora les ponen a los chicos para que no se maltraten los músculos.”

Nos faltaban muchas cosas, pero éramos felices, garantiza la maestra Cano, con un brillo notorio en la mirada. Hace una pausa y prefiere explicarse: “No quiero decir que los bailarines jóvenes de ahora no sean felices; son felices, pero a su manera. Lo que pasa es que cambia la forma de ver las cosas”.

El Corsario se presenta hasta el 27 de abril en el Teatro Municipal,

Kitri se despide

Hay dos funciones que Patricia Cano recuerda con nitidez. La segunda, cuando se despidió de los escenarios como primera bailarina, en la temporada 2013 de ‘Don Quijote’. Todo el mundo sabía que esa sería su última noche y, antes de levantarse el telón, sus compañeros la buscaron en su camerino para darle ánimos. Aquella vez, proyectaron también un video resumen de toda su trayectoria. Los bailarines y el público dejaron escapar algunas lágrimas.

Doce años más tarde, Miss Patty sonríe al contar que esa noche no quiso ver el video ni recibir a nadie antes de la función. “Iba a salir como Kitri, que es un personaje muy alegre y decidido, y yo no quería entrar a escena sollozando”. Al final de ‘Don Quijote’, el público la aplaudió por media hora, de pie, sin parar. Esa vez tampoco dejó el ballet, en realidad solo se despidió de los primeros roles. “Yo dejé de bailar cuando murió mi esposo (en el 2023) –explica Patricia–. Fue como que el alma se me apretó, no sé”.

“¿Qué es el ballet para mí?”, repite la pregunta como en un balbuceo, recuerda sus pies ‘destruidos’, guarda silencio, sus ojos claros se pierden en la filigrana de un marco en pan de oro. “Para mí, es una cierta perfección”.

(FIN)

‘El Corsario’ en el Teatro Municipal

Inspirado en un poema de Lord Byron, ‘El Corsario’ transporta al espectador a un mundo de piratas, tesoros y amores imposibles. El romance de Conrad y Medora avanza entre “deslumbrantes coreografías, desafiantes saltos y la elegancia del ballet clásico en su máxima expresión”. A cargo del elenco del Ballet Municipal de Lima, ‘El Corsario’ irá en ocho funciones, del 11 al 27 de abril, en el Teatro Municipal (Jr. Ica 377, Lima). Entradas en Teleticket.

(*) Nota publicada en Variedades del diario El Peruano el viernes 28 de marzo del 2025

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