El dramaturgo, director y actor David Carrillo reestrena ‘Humedad’ en el nuevo teatro Julieta, junto a Anneliese Fiedler. Hace poco, reestrenó también ‘El Mueble’ junto a Cécica Bernasconi. Las dos obras tienen como base la relación de pareja.
‘Ensayo General’ conversó con el director sobre ‘Humedad’, su más reciente trabajo teatral, en el que describe cómo recreó una pieza llena de simbolismo y metáforas –de la mexicana Bárbara Colio– con luces, música y toques de cuadros congelados tomados del pintor Edward Hoper.
El artista reflexiona en torno a los temas que lo inspiran y comenta sus próximos proyectos y su reencuentro con la docencia. Además, anuncia dos piezas de teatro que serían estrenadas el próximo año.
‘Humedad’ termina una corta temporada este 12 de marzo. Las funciones van de jueves a domingo a las 8:00 de la noche.
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La vida en pareja puede caer en el tedio y la monotonía, más aún si el contexto no es propicio. A partir de esta certeza y con una metáfora que coloca a dos parejas en un escenario de lluvia interminable, ¿qué nos ofrece ‘Humedad’?
–En primera instancia, creo que lo innovador está en el texto. La dramaturga Bárbara Colio ha escrito una obra muy potente, sugerente, muy bien ensamblada donde nada sobra y donde las metáforas giran en torno a una misma cosa, muy justificada en símbolos.
Lo innovador es esto, el ingenio está en encontrar a estas parejas que se van mezclando y que, de alguna manera, necesitan limpiarse, secarse, mezclarse. Entonces, la metáfora de la lavadora es muy precisa. Es una oportunidad para ver a dos actores haciendo múltiples roles, haciendo una obra que funciona muy bien en términos naturalistas, pero también en términos simbolistas.
Lo loco –y eso lo puedo contar justamente a partir del hecho de montarla– es que cuando Anneliese y yo empezamos a ensayar, en noviembre del 2019, nos parecía curioso lo que la obra exigía: que nos pongamos en los zapatos de dos parejas que se quedan encerradas en sus cuartos de hotel para convivir intensamente durante un largo tiempo.
Luego con la pandemia, lo que antes teníamos que ensayar como producto de nuestra imaginación, de nuestra empatía, de “ponernos en lugar de”, se volvió ya no un producto de la imaginación sino más bien del recuerdo, de la memoria sensorial, de la memoria emotiva, de cómo nosotros mismos pasamos el confinamiento con nuestras parejas.
¿Cómo se logra esa cadencia y ese simbolismo casi poético en circunstancias simples y monótonas, como el trabajo de una lavadora?
–En la puesta en escena se han planteado escenas congeladas, para lo cual se ha tomado la idea de cuadros de Edward Hoper –pintor estadounidense, célebre por sus retratos de la soledad–; en el libreto, esos momentos aparecen como puntos suspensivos.
La puesta en escena busca, a través de la complicidad del público y su imaginación, completar estos espacios.
Con la lavadora, preferí evocarla antes que poner una real (sobre el escenario). Quería que la lavadora sea una luz roja que brota del baño como si fuese un dios, la luz salvadora.
Al mismo tiempo, tuvimos un reto: ¿cómo hacer del tedio algo divertido, entretenido para el público? Fue como un oxímoron, los personajes son los tediosos, los que están sumergidos en el tedio, pero el público no puede entrar en el tedio. Entonces, se buscó las formas más creativas, como jugar con el nivel de sonido, luces o música para que el público entre en ese ambiente sin entrar en él.
¿Qué tan importante son estos recursos audiovisuales en el teatro moderno?
–Desde siempre, las luces y el sonido han sido importantes para el teatro. Creo que desde antes de la modernidad. Y en el teatro posmoderno o contemporáneo creo que es muy importante que el público participe activamente de la creación del espectáculo. Que el público complemente con su sensibilidad, su pasionalidad y su creatividad, lo que la obra sugiere.
En el caso de ‘Humedad’, el público tiene que resolver metáforas, tiene que contribuir con su sensibilidad y subjetividades, convertir una luz y el sonido en una lavadora, entender que las luces y la música cambia y tienen diversos significados.
El público es activo, tiene que ‘chambear’ también junto con los actores para ir creando la obra.
El teatro contemporáneo no busca un espectador pasivo, busca ‘un espectador’, alguien que está expectante de lo que va a ocurrir, alguien que se pregunte qué pasa aquí, qué significa esto.
La dramaturgia abraza la idea del público como un detective que tiene que ir atando cabos para sacar sus propias conclusiones.
El teatro es lo más 3-D que existe: además de oír y ver, también puedes oler, puedes percibir y sentir, recurrir a sensaciones. Esto es lo que lo hace que sea tan distinto al cine.
Por ejemplo, ir a ver ‘Quemar el bosque contigo adentro’, de Mariana de Althaus, y sentir el olor de eucalipto es algo que una película no te da.
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Acabas de terminar la temporada de ‘El Mueble’ y ahora vas con ‘Humedad’. En ambas puestas en escena, con enfoques diversos, se plantean circunstancias de amor, tedio, monotonía, etcétera. ¿La vida de pareja es un tema inacabable para el teatro?
–Sin duda. En general creo que el teatro habla mucho de la convivencia en general, de como los seres humanos están obligados a coexistir en un espacio y en un tiempo y, por ende, las situaciones de pareja –como las obras sobre familia– son tan abundantes.
El tema de pareja es un tema que me interesa mucho, soy una persona que cree en la pareja.
¿La pandemia y el encierro hicieron que los dramaturgos y actores incorporaran en su agenda los temas de la soledad y el renacimiento?
–No lo sé. Yo me enamoré del texto de ‘Humedad’ en el 2018 y la pandemia no estaba en la mente de nadie. ‘El Mueble’ se estrenó en pandemia, pero fue escrita un par de años antes.
Particularmente, percibo que en el ambiente teatral no se están haciendo muchas obras que giren en torno a la pareja, veo mucho más el tema social, político o de injusticia.
Yo tengo una preocupación en el rollo de la pareja, en la sensación de llegar casi a los 50 y comenzar a reflexionar sobre los alcances de tu vida, sobre con quién has elegido vivirla y con quién has elegido morirla.
¿Qué sorpresas nos traerá David Carrillo?
–El próximo mes voy a reestrenar una obra que hice como actor, pero aún no estoy autorizado para brindar más información.
Después voy a abrir mi taller de formación actoral, quiero volver a posicionarme como ‘maestro ‘de actuación’. Quiero concentrarme en volver a potenciar mi círculo de docencia.
También quiero sentarme a terminar dos obras que empecé a escribir en pandemia. Para hacerlo, tengo que sentirme bien, yo escribo desde la felicidad, desde el contento, tengo que sentirme como burgués.
Hay autores que pueden escribir desde el desencanto, desde la rabia, desde la frustración, desde el hambre, no sé… yo no. Entonces, en pandemia ha sido muy difícil concentrarme en la escritura.
Ahora que estoy en un momento más tranquilo, que se acerca a cierto grado de felicidad, quiero sentarme a escribir estos proyectos para ver cuándo si los puedo estrenar el próximo año. En eso estamos.
(FIN/Ensayo General)