Entrevista: César Chaman
“Libro comprado no es automáticamente libro leído”, admite Katherine Ortega. Como literata y gestora cultural, entiende del sector editorial y las tendencias de la lectura en un contexto condicionado por las tecnologías. Por ello, con argumentos, discute los resultados de la Encuesta Nacional de Lectura 2022: ¿cada peruano lee, en promedio, menos de un libro por año? “La gente lee. Y lo hace todos los días”, refuta.
Coordinadora de actividades de Ciudad Librera –el proyecto que organiza las ferias Ciudad con Cultura–, Ortega reparte su tiempo entre conversar con editoriales, librerías, emprendedores, músicos, escritores y todo tipo de artistas para la programación de sus presentaciones, y gestionar con los municipios nuevos espacios para iniciativas culturales: “Aunque no lo parezca, la cultura es realmente algo que la gente necesita”.
Borges soñaba con un paraíso parecido a una biblioteca. Sin perder poesía, el equipo de Ciudad Librera es más práctico y, en tierra, imagina a la metrópoli como una red donde cada ciudadano –si lo desea– tenga la oportunidad de encontrar lugares abiertos y acogedores para el mágico ritual de la lectura. En la siguiente conversación, Ensayo General explora las posibilidades y el potencial de este proyecto.
¿Qué es Ciudad Librera? ¿Qué se propone?
– Ciudad Librera es una biblio-librería que se está expandiendo y se convierte también en editorial. Ciudad Librera nace como un proyecto para brindar libros al vecino; queremos que los ciudadanos que nos visitan se sientan como en casa, que nos vean como un recinto donde pueden encontrarse cómodos con los libros, con los precios y las actividades. Queríamos crear una librería con muchas actividades de todo tipo: desde recitales, poesía y presentaciones de libros, hasta talleres, actividades artísticas, música, pintores, exposiciones. Comenzamos a crear ese espacio pensando en los ciudadanos.
Entonces, mitad librería, mitad biblioteca…
– Sí, comenzamos con la librería y luego la propuesta se expandió. Las personas querían no solo obtener el libro, sino también la posibilidad de revisarlo, leerlo. Y, así, creamos un pequeño espacio de préstamo de libros y fuimos creciendo hasta tener una biblioteca. Todos pueden venir al centro, tomar asiento, coger el libro que deseen y leer lo que quieran.
¿Dónde funciona Ciudad Librera por el momento?
– Tenemos un local en Plaza Bolívar 161, en Pueblo Libre. Está junto al Museo Nacional de Antropología, Arqueología e Historia del Perú.
Siendo una biblio-librería, uno puede ir y leer sin la obligación de comprar.
– Exacto, las puertas de Ciudad Librera están abiertas para quien desee ir a leer, para quien quiera relajarse un poco, porque también tenemos actividades culturales que son completamente gratuitas: bandas de música, solistas, exposiciones de arte, talleres de escritura creativa, tenemos un club de lectura. Y si alguien no está interesado exactamente en comprar un libro, pues puede sentirse cómodo solo pasando un momento tranquilo.
¿Cuáles son las proyecciones de Ciudad Librera como tal? ¿A dónde apuntan?
– Bueno, esperamos expandirnos no solo como biblio-librería sino también con las ferias Ciudad con Cultura. Queremos estar no solamente en Pueblo Libre, sino que pronto la feria se abra en otros distritos. El formato biblio-librería como tal quizás se vea como algo repetido, por eso buscamos que Ciudad Librera haga actividades y las desarrolle en el espacio alrededor. Pensando en las personas que no pueden venir a nuestro local, ¿por qué no hacer una feria y darles también un espacio cultural con artistas, con nuevos escritores, músicos, poetas? Ahora, en las ferias Ciudad con Cultura también hay mucho emprendimiento. Lo que queremos es que el ciudadano ‘de a pie’ se sienta cómodo. Si bien trabajamos con la rigurosidad de una feria del libro, buscamos que las personas sepan que somos parte de su día a día: libros de todo precio, emprendimientos y, sobre todo, actividades culturales.
¿Cuántas ferias han organizado con el formato Ciudad con Cultura?
– La feria como tal es un proyecto joven, pero nos han abierto puertas en Chorrillos, Surco, Barranco, Magdalena y, por supuesto, Pueblo Libre. Aquí, en Pueblo Libre, estamos dos veces al año, pero en cada ocasión presentamos más de 50 actividades culturales.
¿La duración de la feria es siempre la misma?
– No, varía. Varía de acuerdo con el municipio donde estemos. Pero, en general es una semana y media o dos.
¿Todos los municipios donde han tocado puertas les han aceptado la propuesta de Ciudad con Cultura?
– La mayoría, sí.
¿Algunos no?
– Algunos no, pero es porque todavía no llegamos del todo a ellos. Nosotros avanzamos siempre poco a poco, siempre hacemos las consultas a las editoriales, a los autores.
¿Qué les preguntan a las editoriales?
– Nos acercamos a las editoriales y les decimos: “Vamos a hacer una feria; estamos próximos a empezar y quizás quieran acompañarnos en esta oportunidad”. Y la verdad es que tenemos mucha acogida.
Al momento de lanzar una feria, ¿necesitan un número mínimo de participantes?
– Sí, nuestros feriantes van entre 20 y 32 por vez, sumando editoriales, librerías y emprendimientos.
¿Qué tipo de emprendimientos?
– Por ejemplo, textiles, manualidades, artesanía.
¿Cómo se sostiene el proyecto?
– Es una autogestión. Como Ciudad Librera gestionamos nuestras ganancias, tenemos también una terraza cultural en la librería misma, un espacio donde uno puede sentarse a comer, a tomar un café, a leer un libro. Entonces por ahí también hay un ingreso.
¿En dónde más estarán como Ciudad Librera?
– Bueno, esperamos estar en diferentes puntos de la capital. Sería muy hermoso poder hacerlo en otras partes céntricas, como Miraflores…
¿Tienen alguna conversación avanzada?
– Aún no como bilbio-librería, pero sí como feria. Como feria nos movemos mucho más, sobre todo porque cuando llegamos a un distrito, nos damos cuenta de que hay un montón de artistas locales que no cuentan con un espacio para mostrar su trabajo y para lograr esa resonancia que necesita un artista para crecer. Primero nos enfocamos en que los propios vecinos puedan unirse a la feria y participar.
¿Como miden el “éxito” de una feria? ¿Por el número de asistentes, por el volumen de ventas?
– Bueno, medimos el éxito de la feria no solo por los feriantes –pero sí es importante que los feriantes estén acá, para tener un público receptor–, sino principalmente por las actividades culturales, las presentaciones de libros, las bandas que tocan, las personas que vienen de otros distritos, porque nuestras actividades se llenan de gente. Para nosotros, esa es una medida del éxito. Y aunque no lo parezca, la cultura es realmente algo que la gente necesita y consume. Sólo tienes que dársela, ponerla a su alcance.
Ya que tocas el tema, ¿qué le dirías a la gente que opina que la cultura no vende?
– Supongo que en cada Estado hay una cierta forma de ver la cultura. Algunos la ven como algo que no genera ningún tipo de ingreso o que genera muy poco. Pero, si tú no le das el espacio a la cultura, ¿cómo vas a saber si genera o no? Si tú no le enseñas a alguien a leer, ¿cómo sabrás si puede escribir, si puede crear? Si a una persona no le enseñas a tocar un instrumento, ¿cómo sabes que no es un Mozart? Entonces, hay que garantizar las oportunidades para las personas, en el Perú necesitamos crear espacios culturales y, sobre todo, mantenerlos.
Entre las actividades que programan en Ciudad con Cultura, ¿han podido mapear cuáles son las que más público reúnen?
–Los talleres para niños y los cuentacuentos.
Pensé que era la música…
–También. Las bandas tienen su sitio, pero sobre todo los niños. El público infantil es un boom y los padres siempre piden talleres, cuentacuentos y alguna actividad que esté relacionada con lo infantil. Es increíble que a pesar de que acá la educación (está en crisis) y que se dice que los niños no están involucrados, en la feria los talleres para niños son los que más se llenan. Y la Casa de la Literatura nos ayuda con eso, envía a sus talleristas, ofrece cuentacuentos; es un gran apoyo.
Al final de la feria, ¿se reúnen con los feriantes y ven resultados de ventas?
– Sí, aunque eso es ya una gestión interna. Sí, miden sus ventas y sabemos que están satisfechos.
¿Y cómo lo confirman, en tanto organizadores?
– Bueno, lo sabemos porque al final de cada feria nos dicen “Llámeme para la siguiente”, “Convócame para la próxima, por favor”. La mayoría quiere volver. Y es que nosotros no solo decimos “Ya, señor, aquí está su stand” y nos olvidamos. No, en nuestra feria –y de eso nos encargamos directamente, porque somos un grupo muy unido– hablamos con el feriante, le preguntamos si tiene alguna actividad cultural que desee presentar: “¿Tienen un autor, un artista que quiera venir a presentar su trabajo?”. Y le separamos fecha, le damos un espacio para que nos acompañe, lo hacemos parte. Si tú quieres generar comodidad para tu comunidad, tienes que hacerlo hablando y dialogando con quien te presta un servicio.
El Ministerio de Cultura presentó los resultados de la Encuesta Nacional de Lectura: los peruanos leemos menos de un libro por año. ¿Cómo interpretas ese dato, en comparación con lo que constatas en la feria Ciudad con Cultura?
– En mi opinión como gestora cultural, creo que lo que miden es cuántos libros de autores conocidos compran los peruanos, cuántos ‘libros oficiales’ de un canon establecido leen. Habría que ver de qué libros nos habla la encuesta. Porque la gente lee, los peruanos leen periódico, leen los folletines que se venden por ahí, leen El Atalaya. O sea, la gente lee, lo que pasa es que no pueden comprar un libro que cueste mucho porque eso se relaciona con su salario, con sus ingresos. Pero de que los peruanos leen, sí leen. Acá prestamos literatura infantil y el niño te va a leer. Pero tienes que poner el libro a su alcance. Si, por ejemplo, los libros básicos los tiene que comprar la familia, en vez de que el Estado los financie, entonces, ¿de qué cifra hablamos?
Eso sería como segregar por precio…
– Exacto. Entonces, cuando nos dicen “Los peruanos leen menos de un libro por año”, yo preguntaría “¿A qué libros te refieres?”. Porque las personas leen y lo hacen todos los días. El hacer algo nace del gusto y el interés: si te gustan los carros, pues leerás sobre carros. Otros dicen: “Ah, pero la gente lee Trome”. Bueno, pues, ahora existe esta diversidad cultural, la farándula. Y todo importa si estás leyendo; no está mal.
¿Crees que la medición de la lectura en el país tendría que hacerse con otros criterios, ya no solo mirando al libro como producto central?
– Sí, tal cual, no como producto. Creo que hay que variar esa medición. Es como cuando se habla de literatura infantil y algunas personas dicen: “¡Vamos a darles libros a los niños!”. Oye, pero los niños quieren literatura digital. ¿Por qué no les damos literatura digital? Por qué no hacen un programa –quien pueda– y enseñamos a los niños a leer por juegos de video. Los niños que hoy están entre los 3 y 8 años leen en digital. Y no hablo de leer un PDF en una tablet, sino de juegos digitales. Ese es todo un mundo y la medición debería ser diferente. Como mamá, he visto que los niños leen por juegos de video, se meten en una plataforma de juegos como Roblox o Minecraft y comienzan a leer, porque el mismo juego los incentiva. Y eso no tiene nada que ver con el libro como producto.
Adiós al papel…
– Efectivamente, no todo es papel. La generación Alfa, los niños que hoy están en los tres, cinco, ocho años, tendrán una forma de ver el mundo totalmente diferente a la nuestra.
(FIN/Ensayo General)
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