‘Lucha y Tambo’, activismo musical para el reconocimiento de la cultura afroperuana

Entrevista: María Ynés Aragonez

Al mando de la batucada ‘Lucha y Tambo’, Luis Mercado Huamán aflora como un juego de opuestos: con porte de guerrero africano, percuta a su banda por una explosión de música y movimiento; pero cuando narra calmadamente sus vivencias, inspira ternura.

Lo conocí hace más de una década, cuando era un adolescente que asistía con entusiasmo a los talleres y actividades por la defensa de los derechos de los niños y adolescentes: movedizo, preguntón, saleroso.

Hoy, con la madurez que da el tiempo y en un escenario de pandemia, logramos comunicarnos y sostener esta entrevista. Luis Mercado se declara ‘sobreviviente’: la enfermedad lo atacó de forma grave y le dejó, de recuerdo, una depresión que lo hizo pensar en la muerte.

En 2022, como director de ‘Lucha y Tambo’, asume el reto de participar en el reality ‘Perú tiene talento’ y busca que su grupo logre una gira internacional, emulando a la batucada brasileña Ile Aiye.

A los 29 años, coloca como sus referentes a su abuela y su madre, ‘ejemplos de lucha y resistencia’. Conocer el legado de Victoria Santa Cruz ha conducido su proceso de autoidentificación, sanación y reconciliación.

El proyecto aspira a tener un centro cultural propio, afirma Luis Mercado. Fotografía: ‘Lucha y Tambo’.

Te defines como gestor cultural afroperuano, militas desde chico en la causa de los derechos humanos. ¿Cómo te involucras en el activismo?

– Desde muy pequeño empecé a percibir lo que pasaba en mi barrio, Villa María del Triunfo, y veía como mi abuela –que era dirigente– se involucraba en los procesos que demandaba la comunidad. Crecí con el legado de María Elena Moyano, hasta que, junto a mi hermano y mis amigos, creamos la Escuela de Formación Ciudadana, la EFC, una organización que promovía la ciudadanía y la defensa de los derechos de los niños a través del arte.

Al inicio no sabíamos exactamente qué hacíamos; llegamos a ser más de 100 miembros y el proyecto alcanzó a 5 comunidades de Villa María del Triunfo. Recién en ese momento tomé conciencia de todo lo que podíamos lograr a través del arte y el trabajo comunitario.

¿En qué momento tomas conciencia de que tu trabajo debe ser el de la reivindicación de la cultura afroperuana?

Me formé dentro de un espacio orgánico maravilloso, pero empecé a cuestionar la realidad cuando se hablaba de “igualdad”, de “identidad”, de “vulneración”. Mi proceso de identidad y autorreconocimiento con mi afrodescendencia empezó cuando entendí que “no somos iguales”. Esto me lo enseñó la calle y cuando me reencuentro con mi familia, en Chincha, aprendo más.

A Chincha, mucha gente va solo para las fiestas. Pero es diferente visitarla en un día cualquiera, allí sí puedes apreciar las brechas que la desigualdad y el racismo sistemático generan.

Desde entonces dedico mi trabajo a intentar cerrar esas brechas y a lograr que la población afroperuana sea visible, no solo desde los aportes folclóricos, sino como actores de la construcción del país.

¿Has vivido el racismo y la exclusión?

– Sí, son heridas que aún no se cierran. Y es que este sentimiento de vergüenza y de hacerte preguntas constantemente es agotador. El racismo lo viví en el colegio, en la universidad, en la calle, en el trabajo. Las ‘bromas’ no son bromas; probablemente sonreiremos, pero detrás de esa sonrisa existen palabras que no decimos por temor a que nos reprochen o que nos tomen por exagerados o sensibles.

¿Y cómo empezó la aventura músico-cultural de ‘Lucha y Tambo’?

– Con mi hermano Pedro, quisimos plantear a la escena artística peruana una propuesta nueva e innovadora. No fuimos la primera batucada, pero construimos una propuesta artística ligada con la cultura afroperuana fusionando no solo ritmos e instrumentos, sino también aportando el activismo y el convencimiento de que es posible construir un mundo mejor a través del arte.

Como concepto, ‘Lucha y Tambo’ es una organización cultural que promueve la transformación social a través del arte y la cultura, impulsando la memoria sobre los aportes de la cultura afroperuana. Pero somos mucho más, somos un espacio seguro donde cada integrante aporta y le da a este proyecto una definición distinta.

En un país donde algunos círculos intelectuales son excluyentes, donde se maltrata y menosprecia las manifestaciones populares, ¿qué se necesita para ganar espacios?

– El ambiente de la cultura tiene sus círculos “exclusivos”, tanto en lo público como en lo privado, donde las argollas y contactos predominan antes que el talento. Sin embargo, es necesario intervenir en los espacios que se nos han arrebatado o se nos pretende arrebatar.

Cuando “los de arriba” ven a la cultura popular como un producto y quieren bajar a los barrios a tomarlos, me molesta mucho, porque cierran las puertas a los grupos que hacen mucho esfuerzo para generar y mantener la cultura en los barrios.

Existen espacios alternativos. ¿Sobre quién recae la responsabilidad de impulsarlos? ¿Han recibido apoyo del gobierno local?

– Todos los espacios de trabajo, nuestros ‘palenques’, son generados a través de convenios con los gobiernos locales, usamos instalaciones de las municipalidades para ensayar. Los gobiernos locales nos dan los espacios y nosotros los implementamos con todo lo necesario. No es fácil, amigable ni sencillo, pero se ha logrado.

El sueño es tener un centro cultural, un espacio para que los jóvenes de otras partes del Perú puedan venir y formarse en nuestra organización y para que regresen a sus regiones a compartir lo aprendido.

La pandemia paralizó muchos espacios, afectó económica, moral y psicológicamente a la sociedad, ¿cómo enfrentaron la pandemia?

– La pandemia frustró nuestra primera gira internacional y eso nos afectó. Tratamos de usar la virtualidad, pero fue terrible, empeoró cuando nuestros amigos se enfermaron de manera crítica. Yo mismo enfermé y decidimos cerrar, estábamos a punto de vender los tambores… ¡ya tenían comprador!

Con un cuadro de depresión, del cual vengo saliendo, estaba a punto de dejar todo e irme al extranjero para empezar de cero. En ese momento, el Ministerio de Cultura sacó las líneas de apoyo económico para el sector cultural y nosotros postulamos, casi sin esperanza.

Llegó la respuesta, eran días decisivos. Entonces abrí el mensaje y lloré: habíamos sido seleccionados. Lloré en la calle mientras caminaba.

Me emociona recordar todo esto. No miento si digo que me pasó por la mente quitarme la vida. Por eso, afirmo que ‘Lucha y Tambo’, que el arte y que el tambor, me salvaron y le dieron sentido a mi vida.

¿Cuáles son los retos que enfrentan en esta nueva normalidad?

– Hemos tenido que ajustar nuestros aforos, ya no podemos tener a todos los jóvenes en los ensayos. Hemos reducido (el aforo) a un 50 %, pero venimos aumentando espacios para beneficio del público.

Nuestros procesos formativos avanzan, pero nuestros shows siguen con muchas restricciones, son pocos los eventos a los que nos llaman y esto viene afectando a la organización, porque nuestro trabajo autofinancia nuestras escuelas.

Tenemos necesidad de responder a los jóvenes que vienen desde Lima Norte, del centro o del Callao. Tenemos proyectado tener espacios en esos lugares y esperamos encontrar apoyo para que esto se haga real.

Arte para transformar. You Tube ‘Lucha y Tambo’

AGENDA 2022

Febrero: Talleres en Barranco

Marzo: Talleres en Villa María del Triunfo y Villa El Salvador

Abril: Convocatoria a nuevos integrantes y Retiro creativo Victoria Santa Cruz – El Guayabo (El Carmen-Chincha)

(FIN/Ensayo General)

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