Describe su ‘viaje artístico’ como un proceso eslabonado: de la inmersión a la introspección, de la meditación a la continuidad y, de allí, a la reflexión. “Todos formamos parte de un todo –afirma la artista Cecilia Maximiliano–, existe una energía sobrenatural en la que estamos conectados en niveles que no alcanzamos a percibir”.
En las obras que componen la muestra ‘Constelación Silenciosa’, la artista experimenta con diferentes patrones y texturas, utilizando papeles de diversas fuentes; “esta variedad en los materiales añade una rica dimensión a los ojos, permitiendo explorar una amplia gama de posibilidades visuales”.
Micro y macro en simultáneo, lo sensorial en los trabajos de Cecilia Maximiliano (Lima, 1959) invita a un viaje a la inmensidad de lo pequeño, un ‘bajar la mirada’ para emerger en un espacio mayor capaz de recordarnos, por ejemplo, la brevedad de todas las existencias.
‘Constelación Silenciosa’ continúa hasta el jueves 10 de octubre en Índigo Galería Boutique de Arte (Av. El Bosque 260, San Isidro). El horario de visitas es de lunes a sábado de 10:30 a.m. a 7:30 p.m. y domingos de 11 a.m. a 7 p.m. El ingreso es libre.
Afirmas que cada pieza en ‘Constelación Silenciosa’ forma parte de tu “viaje personal y artístico”. ¿Cuáles son los momentos clave en ese viaje, hacia dónde te lleva?
– Empiezo cada obra como un proyecto creativo, en el cual me sumerjo de una manera tan profunda que todo alrededor desaparece y finalmente me encuentro en un proceso meditativo en acción. Esta meditación me lleva a un nivel de introspección (en el) que llego a conectarme con cada pieza que voy añadiendo al arte y esta cobra vida y un significado de continuidad que le va dando forma a la obra. Siempre termino con la misma reflexión: todos formamos parte de un todo, de una energía sobrenatural en la que estamos conectados en niveles que ni percibimos.
¿Cuál es el elemento común en ‘Constelación Silenciosa’ y qué diferencia estos trabajos de los que presentaste en exposiciones previas, como ‘Mi mundo de papel’ y ‘ReconoceR’?
– La unión e igualdad a pesar de que cada pieza es diferente en tamaños, formas y color. Se necesita de todas ellas unidas para formar un todo, permitiendo, aceptando e incluyendo todos estos patrones distintos.
Mi experiencia con ‘Mi mundo de papel’, en el 2003, fue diferente. Esa fue una muestra con un tema muy lúdico y divertido. Trabajé con la técnica del papel maché, la cual dio rienda suelta a mi creatividad más alegre y divertida. Fue una experiencia muy gratificante.
En 2016, ‘ReconoceR’ fue una experiencia muy enriquecedora para mí; la puse en escena tres veces en el mismo año en diferentes espacios. ‘ReconoceR’ empezó a tomar forma casi sin darme cuenta que, en ese momento, estaba haciendo mucho trabajo personal de crecimiento espiritual. Empecé a trabajar con fotografía abstracta, en la cual repetía imágenes de detalles y los duplicaba como espejo. Eso no fue suficiente y empecé a recortar fragmentos y a ensamblarlos en formatos 3D.
El resultado terminó reflejando el cambio que estaba experimentando conmigo misma en ese momento. Me quedaba claro, por todo lo que estaba aprendiendo, que la historia tiene tres caras: la que uno percibe, la que percibe la otra persona y esa tercera que lo abarca todo, de una forma neutral, sin juzgar. El título de esta exposición –ReconoceR– me fascinó porque también reflejaba lo que quería expresar, al ser un palíndromo.
Aun cuando cada obra tiene su propio proceso, nos gustaría conocer tu manera de trabajar: ¿cómo inicia la concepción de tus trabajos, cómo les vas dando forma, en qué momento consideras que ya están terminados?
– No boceteo nada previamente, cada obra en ‘Constelación Silenciosa’ es una aventura para mí; simplemente me entrego al viaje de empezar un nuevo proyecto y eso me encanta, ese factor sorpresa de cómo quedará la obra. Lo único que planeo antes es el formato a trabajar, ya sea redondo, cuadrado o rectangular, y algunas veces también decido el color de fondo antes.
Respecto a la curaduría y a la relación que se establece entre curador/a y artista, ¿cómo influyó la perspectiva de las curadoras Ruth Alvarado y Marita Quiroz en ‘Constelación Silenciosa’?
– Trabajar la curaduría con Ruth Alvarado y Marita Quiroz ha sido algo muy positivo para mí y me siento sumamente agradecida. Las dos son unas profesionales exitosas, reconocidas en el mundo de la arquitectura y el diseño gráfico, respectivamente. Me guiaron y acompañaron en todo el camino de mi proceso creativo. Fue un gusto trabajar con ellas, no solo por el gran nivel profesional, del cual siento que he aprendido mucho, sino también porque nos une una entrañable amistad de años y eso sumó para que la curaduría se trabaje de una forma tan íntima y fluida a la vez.
La curiosidad, la incertidumbre y la libertad son conceptos que rodean a tu obra. ¿Cómo dosificas esos elementos?
– Simplemente sucede de forma natural: es la libertad de hacer en el mismo momento lo que siento que corresponde; es estar absolutamente conectada con el momento presente. Cuando miro el resultado de mi exposición siento que cada obra me atrapa y me lleva a espacios únicos, cada uno con sus texturas y patrones que siento como un mundo único, una constelación que ha cobrado vida gracias a la introspección, gracias al silencio.
(FIN/Ensayo General)
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