Escribe: Osmar Gonzales Alvarado (*)
Eduardo Arroyo es un autor multifacético y proactivo. Sociólogo de profesión, sanmarquino, inició su carrera estudiando las haciendas costeñas (Las haciendas costeñas en el Perú, 1981), y a nuestra propia capital en su música, su cultura, su población (El uso social del espacio, 1994), sus pequeñas historias populares muchas de las cuales convirtió en crónicas y relatos, pues también cultiva la narración (Barrio de mi ilusión, 1987); aborda el tema de la relación humana con los animales y la muerte (Historias de perros, 2014; Galope de parcas, 2011) y, cómo no, la poesía (Ante la vida, 1987; Breve antología poética, 2010). Hace poco recibió un reconocimiento de la Asociación de Poesía Mundial.
Como decano de los sociólogos, editó el libro Bicentenario y pandemia (2022), y ahora se encuentra dando forma a la compilación de autores diversos sobre el tema Bicentenario de la libertad de América. Junín-Ayacucho, 1824-1924).
Luego de sus estudios en el doctorado de Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Ricardo Palma, en donde también es docente desde hace cinco décadas y ha dirigido en varias ocasiones la oficina de imagen institucional, decidió incursionar en el análisis de la política internacional.
Nos conocimos a mediados de los años ochenta del siglo pasado, por medio de otro profesor y sociólogo sanmarquino, Manuel Castillo Ochoa, porque un grupo de alumnos garcilasinos habíamos decidido publicar una revista. Mirtha García M., Artemón Ospina, Alda Carbajal, entre otros, éramos entusiastas, pero solo eso. Luego se unió otro profesor y sociólogo especialista en asuntos rurales, Julio Alfaro, procedente de la Universidad Católica.
Recuerdo el optimismo y el empuje que le ponía Arroyo al nuestro proyecto editor. Una vez que empezó a salir al público nuestra revista, se unieron Alberto Retamozo, María del Carmen Piazza, Carmela Vildoso y colaboraron intelectuales muy importantes como Gonzalo Portocarrero, Alberto Flores Galindo, Guillermo Rochabrún, Sinesio López, José Guillermo Nugent, además de narradores y poetas como Roberto Reyes Tarazona, Tulio Mora, Enrique Sánchez Hernani, Jorge Pimentel, entre muchos más.
Los Caminos del Laberinto, así se llamó nuestra publicación, dio a conocer cinco números, entre 1985 y 1987.
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Política internacional
Volviendo a su vena internacionalista, Arroyo publicó en 2019, un copioso volumen titulado Geopolítica internacional, producto de la compilación de sus conferencias y artículos aparecidos en diversos diarios y revistas. Pero su aporte más sustancial lo encontramos en su obra en dos volúmenes editados por la propia Universidad Ricardo Palma, denominada Temas de política internacional, 1986-2023, que circula desde el presente año[1].
Se trata de 878 páginas en los que aborda diferentes aspectos y escenarios del mundo global contemporáneo. En ellas describe el juego de poder global, los bloques que se arman y descomponen con pretensiones hegemónicas, la crisis actual, entre muchos otros temas.
Estados Unidos, África, China, Medio Oriente, América Latina aparecen, con sus fuerzas y debilidades, ascensos y descensos, pocas o muchas posibilidades, en esta nueva escena contemporánea que el libro trata de hacérnosla comprensible.
Crisis del modelo global dominante
Arroyo pone al frente de su mirada crítica la llamada “globalización neoliberal”, la cual, asevera, no ha logrado borrar las fronteras nacionales, y menos uniformarlas ni eliminar las culturas vernáculas. Si bien se vive un tiempo universal, el futuro resulta incierto. Es decir, el modelo, al alcanzar su mayor logro o éxito, es decir, expandirse en todo el orbe, abre el paso a su más grande derrota, la no homogeneización del mundo, su gran pretensión.
El capitalismo ya ni siquiera simula querer un régimen político democrático, como lo afirmaba hace unas décadas Francis Fukuyama, simplemente expone su codicia por mayor acumulación de dinero, para decirlo de la manera más burda, como burda es la burguesía global. La corrupción se ha expandido exponencialmente corroyendo las bases de una socialización que evite la fragmentación y la anomia planetarias.
Pero se viene una época (y quizás también una épica) de cambios en la llamada sociedad-red, con presencia incuestionable de lo informacional, en donde las tecnologías del conocimiento y de la información imponen su impronta. En ese escenario, van surgiendo y fortaleciéndose demandas por una vida mejor como la del ecologismo, del feminismo, del nuevo humanismo, del pacifismo, del antiautoritarismo.
Si después de la pandemia advendrá un nuevo Renacimiento, esta vez global, solo lo sabremos con el tiempo. Quizás lo que define Bernard Lahire como “internacionalización del conocimiento” nos proporcione el impulso necesario para alcanzar el rejuvenecimiento del ser humano.
Las interrogantes de la pandemia
Por otra parte, el autor dedica a la primera parte del primer torno a la relación pandemia, guerra y nuevo orden mundial. Considera que la difuminación del Covid-19 abre la posibilidad de dar fin al ordenamiento vigente, el neoliberal, al que califica de agónico. Que la geopolítica internacional resentirá las consecuencias de la pandemia, porque esta remecerá sus vigas maestras, al exponerse al escrutinio público; así, la sociedad que ha visto con terror la muerte en el mundo se expresará también globalmente por el cambio del statu-quo mundial. Este es un tema crucial. La pandemia nos ha permitido ser conscientes de los límites del neoliberalismo, de sus promesas no cumplidas. Pero habrá que ver si ello es suficiente, pues no aparece en el horizonte un liderazgo, personal y colectivo (es decir, una nueva fuerza política) que pueda conducir ese descontento y esa zozobra hacia un nuevo orden global.
La barbarie viene del poder
Poder, sociedad y civilización es otro eje que aborda Arroyo. Los conflictos permanentes, las guerras que responden a una estrategia de control, pero que también son base de un enorme negocio, el del comercio de armas, los choques entre bloques de países (economías y culturas) nos ponen en la cornisa y nos obligan a preguntarnos si la civilización humana tiene salvación o si nosotros mismos la destruiremos. Salvarla significa construir una nueva forma de concebir la vida social y, también, una distinta forma de tratar el poder. ¿Es posible o estamos condenados a reconfigurar la antigua alternativa civilización o barbarie? Esta última no es una amenaza lejana, por el contrario, es la que nos expone a la destrucción y a la muerte en el momento actual. Para decirlo con palabras de Norbert Elias, el gran sociólogo humanista alemán: estamos dejando atrás las utopías sueño en favor de las utopías pesadilla, es decir, ya no soñamos con el mundo feliz del futuro, sino con el planeta aterrador que pronto llegará y que nosotros mismos estamos dando forma.
Movimientos sociales y la lucha de las mujeres
El autor manifiesta su optimismo puesto en el papel positivo que podrán cumplir los movimientos sociales globales, que marcarán un nuevo rumbo tanto al mundo entero como a las sociedades particulares. Los jóvenes serán un actor importante, así como los ambientalistas, los defensores de derechos humanos, los refugiados, las mujeres, y otros actores sociales. América Latina, que se defiende por no ser víctima de la expoliación de sus riquezas naturales, es otra preocupación de Arroyo. Entiende que los efectos de la pandemia puede ser el primer momento de dar forma a un orden alternativo.
En esta preocupación se inserta la lucha de las mujeres por la vida igualitaria. Arroyo confía “en que cuando los hombres planteemos una relación más equilibrada con las mujeres, seremos más felices, ya que le machismo clásico no satisface a nadie ni permite realizarnos a plenitud” (382). De paso, introduce el tema de la felicidad, de la vida buena y plena; es otra forma de empezar a pensar en una nueva utopía sueño.
América latina y el Perú
Ya en el segundo tomo, Arroyo destaca la diversidad de América Latina, y las muchas culturas e historia que la componen: “Latinoamérica es hoy escenario de la configuración de bloques regionales como también de la exacerbación del nacionalismo en defensa de los recursos naturales y la soberanía territorial” (558).
Específicamente sobre el Perú, el autor remarca el carácter de nuestra economía, primario-exportadora, con bajos niveles de industrialización, de gran fragmentación social que no cuenta con sentimientos compartidos, con altos grados de corrupción, sin clase dirigente ni proyecto nacional. Por estas condiciones, la posibilidad y responsabilidad recae en los movimientos sociales de descontentos, solo en ellos puede descubrirse una alternativa. El problema de la representación y conducción política sigue impidiendo mejores resultados.
Finalizando
Hay más temas en estas páginas. Eduardo Arroyo se ha encargado con prolijidad de entregar al lector la totalidad de sus escritos, su pensamiento y reflexiones sobre la escena global actual. Un esfuerzo digno de saludar y relievar.
(*) Las opiniones expuestas en este artículo son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente reflejan la posición de Ensayo General.
Osmar Gonzales Alvarado es doctor en Ciencia Social por El Colegio de México. Ha sido director técnico de la Biblioteca Nacional, agregado cultural en Argentina, director de la Casa Museo José Carlos Mariátegui. Además es profesor universitario y autor de poco más de treinta libros sobre intelectuales y pensamiento político.
[1] Eduardo Arroyo Laguna (2024). Textos de política internacional, 1986-2023, 2 tomos. Lima: Universidad Ricardo Palma.