Tras su partida, afirmamos: “La libertad es Palmieri. Lógico”

Escribe: Walter Mechato

Conocí la música de Eddie Palmieri siendo adolescente, en pleno auge de la balada en salsa. Escuché entonces “El cuarto” —versión del tema cubano “El cuarto de Petrona” — en la desaparecida Radio Excelsior. Me atraparon la letra pícara, el mambo que llamaba a la fiesta y ese cierre, muy suyo, potente, que decía: ‘Este es el punto final’. Pero, sobre todo, me marcó el solo de piano: breve, a diferencia de muchos otros que grabó, lleno de disonancias y silencios que parecían contradecir el ritmo, pero que en realidad respondían a una idea de tensión y resistencia que comprendería muchos años después.

El lado A del Long Play , hoy los llamamos vinilos, traía tres piezas bailables con sus respectivos solos de percusión, y el lado B, tres temas no bailables: el piano solo en “Lisa”, el latin jazz “Noble Cruise” y ese vals jazzeado con toques de tambores batá llamado “Buscándote”, una de las variaciones de “Resemblance”. Esto es otra cosa, me dije.

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Fuente: Canal de Youtube de Walter Mechato

Sentado frente a “El salsódromo del aire” de Canal 11, en el primer televisor a color de la casa, vi un video en estudio de “La libertad/Comparsa”, del disco Sueños. Desde entonces no quise dejar de saber de este loco poseído que hacía ruidos raros con la boca mientras tocaba y que permitía a sus músicos desplegar toda su creatividad. Más tarde supe que era una versión instrumental del clásico “Revolt/La libertad lógico”.

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Eddie Palmieri en Lima. foto: Difusión Autor

Con esta producción bajo el brazo llegó a Lima en agosto de 1990 para ofrecer cinco conciertos en la Feria del Hogar. Sin embargo, no fue valorado: en plena época de la balada en salsa, su música sonaba solo en programas especializados. Recuerdo con tristeza las pifias de algunos que le gritaban “¡Canta, pe!” en medio de los largos solos a los que acostumbraba su orquesta.

Comparsa de locos

El Perú saldó esa deuda recién en 2016, en un ecléctico concierto donde Palmieri compartió escenario con otros ganadores del Grammy como Rubén Blades, Alejandro Sanz y Jorge Drexler —este último, injustamente programado a las 6 p.m. en un día laborable—. Los cuatro músicos estuvieron en gran nivel, pero lo de Eddie fue sobresaliente: un señor de casi 80 años con la energía de un adolescente, dirigiendo una orquesta que era un tren de alta velocidad. Hermán Olivera improvisaba como los dioses, cada instrumentista tuvo su momento de lucimiento y Palmieri presentó como primicia el tema “Life” (incluido luego en su disco Wisdom/Sabiduría), dedicado a su esposa Iraida, fallecida en 2014.

Un compañero de trabajo me contó que un amigo suyo, rockero y que no lo conocía, comentó: “Esto es metal”.

El sonido nuevo

A raíz de su partida se ha hablado mucho de sus comienzos como percusionista y de su paso al piano por influencia de su hermano Charlie, otra leyenda. También de cómo armó La Perfecta junto a Barry Rogers, de la importancia de la santería con sus dioses y tambores batá en sus grabaciones, y de sus larguísimas introducciones de piano.

Más que pianista, siempre lo vi como un creador de atmósferas, muchas veces cinematográficas (compuso la música del documental Doin’ It in the Park sobre el baloncesto callejero). Su evolución siempre tuvo un ojo en la tradición cubana, pero también exploró otros territorios: jazz, rock, cumbia, bomba, bolero, música clásica, R&B… Jugaba con armonías y estructuras como quería, aunque se consideraba a sí mismo un eterno aprendiz: “Apenas estoy conociendo mi instrumento… mi música. Por eso me empeño en seguir estudiando”.

No extraña que, pese a la oposición de puristas que quieren que la salsa sea solo guarachas y rumbas, haya expresado su interés en grabar con Bad Bunny o Marc Anthony En 2020, en el Día Nacional de la Salsa en Puerto Rico, invitó a iLe (ex Calle 13) a cantar el clásico “Justicia”. Aunque criticada por los ortodoxos por “no ser sonera”, hizo una interpretación sólida, rindiendo tributo a las luchadoras sociales boricuas: “La justicia es poderosa porque justicia es mujer y van por las calles solas a luchar por su deber”.

Incluso a finales de los sesenta, casi a regañadientes, grabó boogaloo… y tan bien lo hizo que en el documental We Like It Like That, el músico Benny Bonilla señala su “Ay qué rico” como el mejor boogaloo jamás hecho.

Sin sabor nada

Palmieri colaboró con grandes como Cal Tjader, Tito Puente y Brian Lynch. Por su banda pasaron cantantes como Ismael Quintana, Cheo Feliciano, Lalo Rodríguez, Hermán Olivera y reinventó a La India como salsera. Entre sus músicos hubo leyendas como “Chocolate” Armenteros, “Vitín” Paz, Juancito Torres o Manny Oquendo; salseros de primera como Nicky Marrero, Alfredo de la Fe o Jimmy Bosch; y jóvenes jazzistas como Luques Curtis, Louis Fouché y Jeremy Powell.

Su compromiso con los derechos civiles y su espíritu contestatario se reflejaban en esos arreglos vanguardistas, ásperos y poderosos. Quizá por esa rebeldía —y por las dinámicas de la industria— fue el artista latino que más sellos discográficos ha transitado: Alegre, Tico, Roulette, Verve, Mango (Coco), Epic, Bárbaro (Fania), Música Latina (Fania), Fania, Intuition, Elektra Nonesuch, Soho Sounds (RMM), TropiJazz (RMM), RMM, Concord Picante, ArtistShare, GRG Music y Ropeadope.

Su impacto fue tal que, con menos de 50 años, ya era homenajeado como “Mesías” por la Puerto Rico All Stars.

Pa’ la ocha tambó. Fuente YouTube

Colombia te canto

En 2016 viajé a Colombia con Omar Córdova y un grupo de unos veinte peruanos para dos presentaciones. En la sala Plaza Mayor de Medellín, el público cantaba todas las letras, y varios terminamos de pie sobre las sillas durante casi todo el concierto.

Tuvimos la suerte de encontrarlo en la sala de embarque del aeropuerto de Cali. Pude estrecharle esas manos valiosas y agradecerle lo que hizo por este género. “No, gracias a ustedes”, respondió.

Ocho, ocha

La partida de este abuelo sabio de la salsa y el jazz, a los 88 años —tantas como teclas tiene un piano—, nos deja huérfanos musicales. Ya no nos preguntaremos con qué iba a sorprendernos en la siguiente producción. El techo es demasiado alto, y la verdad es la verdad.

El autor junto al maestro en su presentación en Colombia. Foto: Difusión.

*Walter Mechato es comunicador social y realizador audiovisual, además de melómano de salsa, latin jazz y música cubana tradicional

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