El pintor Bruno Portuguez (Chorrillos, 1956) presentará este lunes 17 de junio el cuarto tomo de su colección ‘Retratos de Viento y de Fuego’, un conjunto de retratos de hombres y mujeres cuyo aporte a la sociedad, la cultura, la ciencia y la humanidad merecen el reconocimiento de su pincelada.
Sumando a esta cuarta entrega los tres primeros tomos de la colección, son alrededor de 600 retratos los que ha trabajado Portuguez para este proyecto, que ahora llega a los lectores pese a las dificultades que implica publicar en un país donde poca gente apuesta por la cultura.
“En mi camino de más de cincuenta años en el arte, calculo que tengo tal vez 2,000 o 3,000 mil retratos, cifra extraoficial”, asegura. Junto a sus personajes de talla mundial, el artista coloca a gente común, a “mucho pescador, mujeres, niños, campesinos y trabajadores en general”.
Esa proximidad entre los “grandes hombres” y los personajes del día a día refleja –de alguna manera– la escala de valor del artista, cuya narrativa pictórica se nutre también de la vivencia familiar de sus primeros años, en comunión con el mar de Chorrillos.
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Sacar lo profundo del personaje
Con tanta experiencia reunida frente al lienzo, uno podría pensar que para Portuguez hacer un retrato hoy es tarea sencilla. ¡Al contrario!, aclara el pintor. Cuando dominas la técnica, el siguiente desafío es más bien filosófico: cómo sacar lo profundo del personaje apoyándote solo en el trazo y el color.
Para dar a su afirmación el énfasis que desea transmitir, parafrasea a Degas, el impresionista francés del siglo XIX: “Pintar cuando no se sabe es fácil; pintar cuando se sabe es difícil”. Uno se fija la valla cada vez más alta y, para empezar, se preocupa por no repetirse a sí mismo, reflexiona.
En su madurez artística, a Bruno Portuguez no lo tienta el hiperrealismo. En todo caso, su propuesta se acerca a un impresionismo clásico, sin caer en el desgarro. A todo lo que aprendió en la academia, le dio una vuelta para afirmar un estilo que llama “expresionismo afirmativo, orientado hacia la luz”.
La cuarta entrega de ‘Retratos de Viento y de Fuego’ plantea naturalmente una pregunta: ¿es este el cierre de un ciclo? Al día de hoy, el pintor cree que sí: “La verdad, yo sí quisiera cerrarlo, porque tengo la intención de dedicarme a una pintura netamente peruana, realista, humana y popular”.
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Un retrato, un mundo
En ese vaivén entre el artista plástico decidido a dar el siguiente paso y el pintor que aún imagina el próximo retrato, Portuguez encuentra entre sus recuerdos una anécdota que podría resolver el dilema.
Una mañana, Humareda y Pancho Izquierdo iban por el centro de Lima rumbo a la muestra de un pintor europeo de apellido Frankenstein, expresionista alemán, y el joven estudiante Bruno Portuguez se sumó a la caminata para escuchar la charla de los maestros.
En la sala de exposiciones, frente a un cuadro con el torso y la cara de un pescador, Humareda dijo: “Pancho, en este cuadro yo veo a este pescador y también a su familia, a sus hijos, hasta lo que come”. Luego Izquierdo acotó: “Sí, acá están hasta las calles por donde camina este hombre”.
“Me quedé anonadado –comenta ahora Portuguez–, no entendí porque yo miraba el cuadro y me preguntaba dónde están las calles, la esposa, los hijos. Pasó el tiempo y cuando comencé a pintar retratos comprendí a Izquierdo y Humareda: se puede reflejar el mundo del personaje con solo un retrato”.
‘Retratos de Viento y de Fuego IV’ se presenta este lunes 17 (18:30 horas) en el auditorio del Centro Cultural Ccori Wasi de la Universidad Ricardo Palma (URP), avenida Arequipa 5198, Miraflores. Todos invitados.
(FIN/Agencia ANDINA)