Gonzalo Gutiérrez: ‘La irreverencia del humor permite tener un momento de catarsis”

Cuatro historias contadas en tono de sátira para divertir a la audiencia y que logran encandilar al espectador. Cuatro historias –bajo el nombre de Yaco TV– que permiten reírse de temas serios y que, desde la perspectiva de su director, Gonzalo Gutiérrez , “van más allá porque son una crítica a la sociedad”.

Los cortos se están proyectando en salas alternativas y dejan la sensación de un “continuará” ya que, pese a tener un hilo conductor, pueden ser considerados los capítulos de una serie en la que el espectador buscará nuevos escenarios y respuestas.

Los títulos, por sí mismos, llaman a la curiosidad: ‘White Card’, que da la posibilidad de ‘blanquear’ a quien la posee; ‘Ponte la camiseta’, frase que esconde la explotación laboral; ‘Los polémicos’, un noticiero ‘muy normal’; y ‘El mundo de Anayi’ o todo lo que está detrás de la producción de un programa infantil.

Gonzalo Gutiérrez se formó en la Universidad de Cine de Buenos Aires y, como actor, en la Escuela de Teatro de Raúl Serrano, ambas en Argentina. Hoy, su cine tiene un toque local, pero es cosmopolita. ‘Ensayo General’ conversó con el director.

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‘El mundo de Anayi’ muestra con humor los entretelones de la producción de un programa infantil. Foto: Difusión.

Con los cortos de Yaco TV puedes identificarte, reír, burlarte y tomar distancia. ¿Hay alguna experiencia personal que lo haya motivado a contar estas historias?

–Sí, me identifico con todas las historias. Alguna vez me botaron de un parque sin razón o vi a alguien que le pasó como en White Card. También trabajé horas demás porque me pidieron ‘ponerme la camiseta’ y me dieron pizza. De igual forma, soy de los años 90, cada día, antes de ir al colegio, veía el noticiero con las peores noticias para arrancar el día, como mostramos en ‘Los Polémicos’. Y, como audiovisual, también me identifico o me interesa ver lo que hay detrás de un show televisivo como ‘El mundo de Anayi’, sobre todo en mi caso, creciendo con el recuerdo de Karina y Timoteo y con el de Nubeluz.

¿Cómo elige los temas que luego cuenta por medio del cine?

–Siento que los contenidos audiovisuales cada vez son despojados de toda crítica o, en muchos casos, de temas de fondo. Escuchaba siempre que el Perú era como una serie de Netflix, porque siempre pasaba algo terrible. Pero yo sentía que solo nos quedábamos con lo terrible, que no estábamos haciendo series o películas que cuenten nuestras historias.

En el Perú hay demasiadas cosas por contar y por corregir; por medio de la risa y la empatía podemos empezar a discutirlas para luego cambiarlas, para que algún día ya no sean parte de nuestra sociedad.

¿Por qué eligió la comedia como el vehículo para abordar temas tan serios?

–El humor es necesario para sobrellevar la vida. Soy una persona bastante seria, pero con sentido del humor. Siempre intenté decir cosas que creía importantes, pero la pasión a veces hace que lo digamos desde la confrontación o desde la solemnidad de la seriedad.

El humor me encontró a mí para decir lo mismo, pero desde el otro lado, decir cosas importantes con una sonrisa, no esperando ir al choque con el otro para debatir infinitamente quién tiene la razón, sino intentar sacar una risa, generar empatía y, así, quitarle poder a los problemas que nos aquejan y hablar sobre ellos con la guardia más abajo.

La comedia es un gran vehículo para la crítica, especialmente para cuestionar el poder a lo establecido. Es muy complejo hacer humor y siento que el humor es más rico o robusto cuando abarca temas complejos.

¿Qué cree que hace que la comedia sea una herramienta efectiva para tratar problemáticas sociales?

–La irreverencia del humor nos permite tener un momento de catarsis y eso se vuelve liberador. Reírnos nos permite aliviar las tensiones del día a día, más cuando nos sentimos identificados o ridiculizamos esas tensiones que cargamos.

Al redactar los guiones hubo mucha exploración, junto al equipo de guionistas y actores trabajamos usando la improvisación y el ensayo. Prestamos mucho cuidado a los chistes, a lo gracioso, para sacarle el jugo y potenciarlo con la cinematografía.

Hacer humor también es entregarse al riesgo, a lo que no controlas, hay chistes que funcionan otros que no. El reto de Yaco TV es que cada historia tiene un ritmo distinto y su propio estilo de humor, unos más acelerados, otros que se cocinan más a fuego lento, unos más irreverentes, otros más sutiles.

La dificultad fue abarcar el humor en distintos formatos porque se pasa por el noticiero, el scketch y el falso documental.

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Un noticiero: ‘Los polémicos’, como el que vemos todos los días en TV. Foto: Difusión.

¿Cómo manejas la sensibilidad para asegurarte de que el humor no ofenda, sino que invite a la reflexión?

–Se habla mucho de que hoy en día no se puede hacer humor porque alguien se va a ofender. No lo veo así, creo que es una lectura muy literal de las cosas.

Los chistes no se entienden por su literalidad, el humor está en lo absurdo, lo ilógico, lo inesperado, lo irreverente, a eso no hay que tenerle miedo. Creo que la gente teme que alguien se ofenda porque más que ser un chiste puede ser directamente una agresión o un insulto.

El maltrato, el bullying no son graciosos, el insultar no es el remate de ningún gag y creo que sí, ante el chiste fácil se tiene el derecho de ofenderse.

En Yaco TV representamos la realidad a modo de burla; si uno lo tomara literalmente, pensaría que es así como nosotros pensamos; pero precisamente es lo que estamos cuestionando.

Ese es el poder de la sátira. La realidad es aún más dura y oscura, por eso no buscaría autocensurarme por temor a ofender a alguien. Creo que construimos los chistes con responsabilidad y bastante coherencia estética y narrativa para que se puedan entender.

¿Has recibido reacciones inesperadas o críticas de tu trabajo?

–La reacción más inesperada fue ver que la gente se ría tanto. Es la primera vez que hago comedia y temía mucho que nadie se ría. El ver que se carcajean, se divierten y luego se quedan hablando o juegan con algunos de los elementos que les regalamos es muy gratificante.

Como sociedad necesitamos encontrarnos con el otro y empezar a hablar desde la empatía, no desde la confrontación.

Como sociedad nos debemos un gran abrazo y un momento de paz para construir el futuro que esperamos. Y creo que para eso necesitamos encarar los profundos y complejos problemas de nuestro país con una sonrisa.

(FIN/Ensayo General)

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