Entrevista: María Ynés Aragonez
La Facultad de Educación de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM) fue fundada a mediados del siglo XX, en 1946. Sin embargo, la ‘carrera magisterial’ se remonta a los inicios de la humanidad, con la trasmisión de conocimientos de padres a hijos.
En el Tahuantinsuyo, la tarea estuvo a cargo de los amautas, responsables de transmitir sabiduría. Y desde mediados del siglo XX, sabios como José Antonio Encinas, Sebastián Salazar Bondy, Emilio Barrantes y Carlos Cueto Fernandini, entre otros, han tejido la historia de la educación peruana desde San Marcos.
En un contexto en que la carrera docente es cuestionada –si no maltratada– y entre augurios de que la inteligencia artificial podría reemplazar a los maestros, el decano de la Facultad de Educación de la UNMSM, Miguel Inga Arias, es claro al afirmar que “la educación no es un simple traslado de información”.
Por el contrario –enfatiza Inga Arias–, la educación está marcada por la ética y la humanidad.
El 6 de julio se celebra en el Perú el Día del Maestro y, con ese motivo, Ensayo General conversó con el decano sanmarquino en torno a los desafíos actuales de la profesión docente y para conocer detalles del lanzamiento de los ‘viernes culturales’.
La educación en el Perú está en crisis. Desde la universidad pública, ¿qué se está haciendo para mejorar esta realidad?
– Estamos centrando nuestra atención. Partimos de esta premisa: la pandemia no generó la crisis, pero sí la agudizó. Y, hoy, lo que tenemos que hacer es recoger los aspectos positivos que se han generado a partir de la crisis sanitaria.
Hablamos de construir un nuevo paradigma: no volver a la anterior presencialidad, sino a una nueva y mejor presencialidad. Y eso supone seguir desarrollando destrezas cognitivas como una alternativa de articular la educación básica con la educación universitaria. La Facultad de Educación está planteando alternativas para mejorar la educación por medio de políticas públicas integrales.
José Antonio Encinas fue el propulsor de la escuela nueva y de la reforma educativa; nosotros tenemos que comprometernos como ciudadanos.
Para complejizar el escenario, se afirma en estos días que la inteligencia artificial podría reemplazar al docente. ¿Ese tema es preocupación en su facultad?
– No, en absoluto. Si se mira a la educación como un simple traslado de información, podría decirse que sí. Pero eso no es cierto.
La educación no es la acumulación de información. La educación permite procesar la información, es el talento que actúa y le da valor agregado. Y eso no lo va a hacer la inteligencia artificial. La IA es una herramienta que nos ayuda, nos va a facilitar información, pero no se compara con el talento humano que es la capacidad de orientar, crear y buscar nuevas rutas, mucho más en un mundo cambiante y lleno de incertidumbres.
¿Cómo vincular a la sociedad con los maestros? Muchos jóvenes optan por Educación casi por descarte, puesto que es una carrera donde se gana poco y se trabaja mucho…
–Muchos jóvenes piensan estudiar Educación porque tienen esa necesidad de enseñar. El maestro y compositor Ricardo Dolorier decía: ‘Ser maestro en el Perú es una forma peligrosa de vivir; ser maestro en el Perú es una heroica forma de morir’. Hoy agregaremos: ‘Ser maestro es una forma linda de vivir porque la esencia de la educación es la construcción permanente del ser humano’.
Los docentes estamos forjando humanidad y el ser humano es más que solamente información y conocimiento. El ser humano es cultura, sentimiento, emoción; la vida del profesor es preocuparse más por el ser humano y por lograr que éste se realice. También es una vocación en la que uno siente que trasciende.
Una de las tantas veces que me reencontró con mis exalumnos, les pregunté: “¿Qué es lo que más recuerdan de las clases?”. Y me contestaron que recordaban más el lado humano, eso que –probablemente– les ha ayudado a ser mejores personas.
Precisamente, la Facultad de Educación ha iniciado un ciclo de ‘viernes culturales’. ¿De qué se trata esta iniciativa, cuáles son sus objetivos?
– En la Facultad de Educación estamos desarrollando un proceso de ‘cultura de calidad’ y en el proceso de acreditación buscamos planes de mejora continua, es decir, buscamos mejorar la formación profesional universitaria para que tenga como soporte la investigación y su vinculación con la realidad social.
No basta lo cognitivo, son necesarias la dimensión cultural, la dimensión recreativa y la dimensión ética. Entonces, tenemos que formar al ser humano, a los jóvenes que van a ejercer la docencia, con una formación completa que nos dé una mirada de país, valorando nuestros saberes ancestrales, valorando lo que tenemos como experiencia con otras realidades e ir enriqueciéndolas.
Podemos afirmar que la educación tendría que estar ligada también al entretenimiento y al esparcimiento…
– La educación debería ser divertida. Desde niños tenemos la inquietud, la curiosidad por descubrir. Y lo que debemos hacer es estimular esa capacidad creativa e imaginativa. Eso es lo que nos permite, precisamente, empezar a preguntarnos el ‘por qué’ y el ‘cómo’. Entonces, así se impulsa el desarrollo del pensamiento crítico y creativo, comenzando desde la primera infancia.
Eso se va fortaleciendo en el camino y, en ese sentido, permite que el alumno le encuentre el gusto a aprender y a saber un poco más. Lo cultural nos ayuda de una forma increíble.
Además, la educación tiene que ser intercultural, reconocer la mirada de cada grupo humano que se ha ido constituyendo a lo largo de la historia de la humanidad y que fue desarrollando diversas formas de resolver problemas.
En la Facultad de Educación de San Marcos hemos comprendido que estas son actividades con las que no hacemos un alto al desarrollo de nuestras asignaturas o a la programación de los cursos, sino que son parte de los mismos, que las actividades culturales deben ser incorporadas en la formación profesional de nuestros futuros maestros…
Mejores maestros, educación de calidad…
–Sí, cuando se habla de calidez educativa también estamos hablando de calidad de vida y, por lo tanto, todas estas formas de expresión del ser humano son aspectos que nos vinculan con nuestra realidad, con nuestros contextos y nos permiten ser mejores personas.
De esta manera, podemos hablar de una universidad pública de calidad, una universidad científica, democrática, participativa y que busca, a partir de la vinculación con nuestro entorno social, su desarrollo desde lo que podemos dar y de lo que recibimos.
(FIN/Ensayo General)
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