“Entre tanta angustia, Vallejo nos alentaría a mantener la esperanza”

Entrevista: María Ynés Aragonez

“Sí, veo que en algunos artículos periodísticos ponen el término ‘declamar’, pero yo no lo he usado”, explica la primera actriz nacional Delfina Paredes, para precisar las dimensiones de su trabajo artístico cuando se trata de la poesía de César Vallejo: “Lo que yo hago es interpretar, igual que un actor en una obra de teatro: lo que escribió el autor, se lo entrego al público. Así que mejor ponle que llevo 50 años interpretando a Vallejo”.

Desde el urgente “¡Quédate, hermano!” de ‘Masa’ hasta el abrazo emocionado de ‘Considerando en frío, imparcialmente’, Paredes ha trabajado una forma de expresar la profundidad del poeta: el verbo, la inflexión, el cuerpo mismo. Sin embargo, hay algo que ya no consigue: “De pronto, un día me quedé pensando cuando Vallejo dice …como el odio de Dios. ¿Cómo puede ser ese odio? No logro percibirlo, debe ser algo terrible, infinito. Yo ahí me quedo”.

Este miércoles 12 de octubre, la maestra Delfina estará nuevamente sobre el escenario –en el Centro Cultural Ccori Wasi de la Universidad Ricardo Palma– para conmovernos con los versos de nuestro Poeta Universal. En la siguiente entrevista, confía a Ensayo General algunas de sus reflexiones en torno a su trabajo, la poesía, Vallejo y el teatro.

La primera actriz lleva más de 50 años interpretando a Vallejo. Foto: Facebook Delfina Paredes.

A Vallejo se le presenta muchas veces como un hombre oscuro, un ser deprimente. Pero en Vallejo hay también fuerza y alegría.

–Así es, exactamente. Sobre todo eso: optimismo, esperanza, fuerza. Qué bien lo califica. Y eso es lo que quiero, lo yo que intento hacer cuando me toca interpretarlo: llegar al público con ese mensaje de humanidad presente en la poesía de Vallejo.

Este año se cumplen, precisamente, 100 años de la aparición de Trilce. ¿Qué cree que nos diría Vallejo en el siglo XXI?

–Creo que él, ante tanta angustia, nos alentaría a mantener la esperanza. Y, además, a comprender que no todos están pensando solo en su propio beneficio, sino que (en el fondo) somos capaces de pensar en un crecimiento humano colectivo. Él seguiría pensando en eso; hay versos de Vallejo que son claros al respecto, por ejemplo, cuando está hablando de los voluntarios, de los que lucharon para defender la capacidad humana de vivir solidariamente.

En ‘Himno a los voluntarios de la República’, Vallejo dice:

(…) a la caída cruel de vuestras bocas,

vendrá en siete bandejas la abundancia, todo

en el mundo será de oro súbito.

y el oro,

fabulosos mendigos de vuestra propia secreción de sangre,

y el oro mismo será entonces de oro!

Se amarán todos los hombres y comerán tomados de las puntas de vuestros pañuelos tristes.

Vea usted esa esperanza que tenía. Esa es la esperanza que él todavía nos infunde cuando lo leemos, cuando lo escuchamos y pensamos en su mensaje.

Optimismo, esperanza y fuerza, eso trasmite la poesía de Vallejo. Foto: Diario Oficial El Peruano

Después de medio siglo interpretando a Vallejo, pareciera difícil encontrar novedad. ¿Qué siente usted en estas presentaciones? ¿Cómo hace para entregar tanta fuerza al espectador?

–Depende del texto y de cómo uno está en ese momento. Depende de las palabras que ha usado el poeta. Quizás es eso lo que tenemos los actores: que hacemos nuestros –en el momento de la presentación– los términos del autor. Y el sentimiento está acompañando al texto, prácticamente nos apoderamos del sentimiento contenido en el texto.

Eso sucede también en el teatro y, precisamente, hay algunos poemas en que Vallejo pareciera estar en un monólogo. Con el texto, el poeta nos está llevando y como que uno –como un actor– se apodera de los sentimientos: dolorosos, alegres, valientes, en fin, hay una multitud de sentimientos y emociones que el ser humano, a lo largo de su vida, tiene incorporados. Y, en este caso, los transmite al público. Eso es lo que yo hago.

¿Y siempre lo consigue?

–Bueno, fíjese, hay un poema que yo antes interpretaba, es uno de los más conocidos, Los heraldos negros. Pero, de pronto, un día me quedé pensando, cuando dice (…) como el odio de Dios. Yo ahí es donde me quedo, porque el odio de Dios es seguramente infinito. ¿Cómo puede ser ese odio? No consigo percibirlo, no logro encontrar una manera de expresar el odio de Dios, la inmensidad, la trascendencia anterior, actual, futura de ese odio, no lo sé. Porque si es el odio de Dios, es una cosa terrible. Entonces, ese poema no lo puedo decir, porque no logro llegar a esa… (pausa) No tengo capacidad para expresar ese texto.

¿El Perú de hoy es todavía el que Vallejo desnuda en Paco Yunque?

–En muchas cosas, sí; en muchos aspectos, sí. Sin embargo, Paco Yunque tuvo por lo menos la oportunidad de estudiar, pese a las dificultades de encontrarse con el hijo del propietario de la hacienda, con el abuso, con el desprecio, con todo eso. Pero ahora son muchos (los Paco Yunque). No quiero exagerar, pero una buena parte de las escuelas, en diferentes lugares, en las zonas más alejadas de la Sierra y la Selva, los niños todavía no pueden incorporarse al sistema virtual y tampoco pueden volver al modelo presencial, porque no se han terminado de arreglar sus colegios, los locales no están en condiciones de recibir nuevamente a los niños. Eso lo sabemos y es lamentable. Pero esto no ha comenzado con la pandemia de la covid-19, esto viene de muy lejos.

¿Tendremos que repetir eternamente los versos de Los nueve monstruos: ‘¡Ah! desgraciadamente, hombres humanos, / hay, hermanos, muchísimo que hacer’?

–Así es. ¿Hace cuánto tiempo lo dijo Vallejo? Pero, curiosamente, él no está reclamándole a la autoridad, sino que está conminándonos a todos; nos habla de ‘hermanos’ para que todos, de alguna manera, nos unamos y, reunidos, exijamos. Esta es una situación muy dolorosa y Vallejo hubiera sufrido mucho con lo que nos está pasando. Pero no hubiera perdido la fe. Él nos conmina a eso, a no perder la fe en el pueblo mismo, en nosotros. Y eso también es lo que a mí me anima a seguir esperando.

¿Cuál será el repertorio en la presentación del miércoles 12 de octubre en el Centro Cultural Ccori Wasi de la Universidad Ricardo Palma?

–Bueno, tendremos poemas de Los heraldos negros, de Poemas Humanos, de Trilce, particularmente. He aumentado dos poemas. Y la segunda parte va a estar dedicada a España, aparta de mí este cáliz, que se divide también en dos partes. Tiene varios temas, en realidad. Está Himno a los voluntarios de la República, Batallas. Son trece poemas, pero como son bastante largos, yo voy a decir Himno a los voluntarios de la República y Batallas. Voy a decir esos dos y, seguramente, Pequeño responso a un héroe de la República, Invierno en la batalla de Teruel, Pedro Rojas y, finalmente, también los más conocidos: Masa, España, aparta de mí este cáliz.

Más allá del recital de este miércoles, ¿cómo observa el apoyo de la Universidad Ricardo Palma al arte y la cultura?

–En el 2005 trabajé con los niños de Tungasuca, Surimana y Pampamarca, la tierra de Túpac Amaru, en la provincia de Canas, departamento del Cusco. Estuve allí cuatro meses con el respaldo de la Universidad Ricardo Palma, una institución con la que tengo un agradecimiento enorme porque me dio apoyo para trabajar con los niños. Además, en esa etapa escribí para los escolares una obra de teatro que tenía como personaje principal al hijo menor de Túpac Amaru en su momento feliz, cuando tenía 6 o 7 años y todavía sus padres se estaban preparando para la rebelión. Eso hicimos con todos los niños y allí encontré lugares donde los profesores debían desplazarse desde Combapata, desde lugares lejanos, tenían que alquilarse un cuartito, los hogares no tenían servicios higiénicos. En esas condiciones trabajamos y así viven hoy muchísimas familias en nuestro territorio.

(FIN/Ensayo General)

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