Fabiola Vergara

Fabiola Vergara: Las bibliotecas son espacios democráticos que cohesionan a la comunidad

Entrevista: César Chaman / María Ynés Aragonez

La bibliotecóloga Fabiola Vergara Rodríguez asumió en noviembre del 2021 la jefatura institucional de la Biblioteca Nacional del Perú (BNP), organismo bicentenario que es, también, el ente rector del Sistema Nacional de Bibliotecas.

Las prioridades de su gestión avanzan en dos líneas. Primero, garantizar bibliotecas con servicios accesibles, pertinentes y que respondan a las necesidades de la comunidad. Y, segundo, promover el cumplimiento de la Ley Orgánica de Municipalidades que dispone que todo gobierno local debe contar con una biblioteca pública al servicio de la ciudadanía.

En la siguiente entrevista, Fabiola Vergara reflexiona sobre la realidad del sistema de bibliotecas en el país y, sin agotarse en el diagnóstico de la brecha de acceso al libro, ratifica su confianza en el potencial de la cultura y la lectura para crear comunidades más habitables y seguras.

El 2 de octubre vamos a elegir nuevos alcaldes provinciales y distritales. Si tuviera la oportunidad de dialogar con todos ellos, ¿qué les diría, respecto a la ley que dispone que cada municipio debe tener una biblioteca pública al servicio de la comunidad?

–Les diría que las bibliotecas no solo garantizan el acceso de los ciudadanos y ciudadanas a la lectura y la cultura, sino que son espacios muy importantes para generar interacción social. Las bibliotecas son espacios democráticos que cohesionan a la comunidad y permiten el ejercicio de los derechos culturales.

Estos derechos se generan y ejercen de distintas formas, pero, en este caso, el derecho al libro y a la lectura necesita de bibliotecas públicas que cumplan con los estándares mínimos de accesibilidad, calidad y atención. Y, en ese campo, tenemos como país todavía una brecha bastante grande.

Hace 4 años había alrededor de 800 bibliotecas públicas municipales, pero en pandemia muchas de ellas cerraron sus puertas y en la actualidad solo funcionan 497. Entonces, hay mucho que trabajar, sin olvidar que, así como es importante la valoración que las autoridades le dan a una biblioteca, es necesaria también la valoración de los ciudadanos, para que exijan a sus alcaldes la apertura de más bibliotecas municipales.

Sala de lectura de la Gran Biblioteca Pública de Lima. Foto: BNP/Difusión.

Cuando uno revisa los planes de los candidatos a las alcaldías, encuentra propuestas sobre seguridad, transporte, residuos sólidos. Pero la cultura no aparece como prioridad. ¿Cómo convencerles de la necesidad de más bibliotecas?

–Hay que entender que la dimensión cultural –y, específicamente, la existencia de bibliotecas– ayuda a alcanzar metas en esos otros problemas que sí están priorizados. Por ejemplo, en seguridad ciudadana. El libro ‘Palacios del pueblo’ aborda el valor de las bibliotecas públicas para generar cohesión entre las personas y lograr que las ciudades sean espacios más habitables y seguros, donde una persona se interesa por lo que ocurre con sus vecinos, donde madres y padres de familia se encuentran llevando a sus niños a la hora del cuento y la lectura. En la biblioteca las personas se conocen, interactúan y construyen comunidad.

Entonces, los espacios culturales, los espacios públicos en general, son importantes para fortalecer las relaciones de la comunidad. Y a partir de ese fortalecimiento surgen –o caen por su propio peso– las soluciones para diversos problemas.

Por ejemplo, una medida que suelen aprobar los gobiernos locales –y eso se ve en distintos puntos de Lima– es que, ante la inseguridad, nos enrejamos. Pero cuando enrejamos, cortamos también la comunicación y separamos a los ciudadanos, cuando lo que necesitamos es juntarlos y generar alternativas, darles un poco más de vuelta para que vivan integrados y trabajen en conjunto por el bienestar común.

Sin embargo, se trata no solo de infraestructura, porque muchas veces se entiende a la biblioteca como una sala con estantes y libros, un lugar que incluso no atiende los domingos. El esfuerzo implica también gestión y promoción de la lectura. ¿Cómo avanzamos en ese sentido?

–Totalmente de acuerdo. Ahí, la Biblioteca Nacional es el ente rector del Sistema Nacional de Bibliotecas y, como tal, nosotros acompañamos a los gobiernos locales para que creen bibliotecas municipales y les den esa sostenibilidad de la que venimos hablando.

Y les acompañamos desde tres puntos: uno, acompañamiento técnico para que puedan cumplir estándares de gestión, para que formalicen sus bibliotecas y las incluyan en sus instrumentos de gestión y, así, tengan bibliotecas que no sean solo una infraestructura, sino lugares de servicios.

Segundo, otro tema que fortalecemos es la capacitación del personal bibliotecario. Existe la carrera de Bibliotecología y la profesionalización en el servicio. Entonces, trabajamos en el apoyo: no solo fortalecemos el servicio profesional, sino que también capacitamos en aspectos técnicos a los servidores bibliotecarios.

Y un tercer aspecto que trabajamos con las municipalidades es la entrega de libros. Anualmente entregamos libros, material moderno, actualizado, que se compra específicamente para atender las necesidades de las comunidades.

Eso lo hacemos en coordinación con el Ministerio de Cultura a través de la Ley del Libro, que otorga a este sector 16 millones de soles –al año– para el fortalecimiento del Sistema Nacional de Bibliotecas y para todo el ecosistema del libro. De allí salen los fondos que garantizan la compra de colecciones que sean pertinentes y que mantengan actualizada la oferta bibliográfica.

Antes de la pandemia teníamos como país más de 800 bibliotecas municipales y ahora quedan solo 500, aproximadamente. ¿Cuáles son las razones más frecuentes por las que se cierran bibliotecas en el Perú?

–Algunas de las bibliotecas no están formalmente constituidas. Es decir, no han sido creadas por un instrumento como una ordenanza municipal o no figuran en el Plan Operativo Institucional (POI). Entonces, cuando las instituciones quieren lograr y mostrar metas, priorizan aquellas actividades por las que tienen que reportar de manera formal.

Esa es una razón. La otra es que muchas veces la propia ciudadanía aplaude o celebra una vereda, una pista, una plaza, pero todavía no hay esa valoración, como sociedad, respecto a los libros y la lectura y no se exige bibliotecas. Pero, en concreto, se cierran bibliotecas porque los gobiernos locales no las priorizan.

Los 16 millones de soles como apoyo, ¿son suficientes?

–En definitiva, no es un monto suficiente, pero es un buen inicio y es sostenible en el tiempo. Eso está dado por ley. Y a partir de ello nosotros podemos garantizar que año a año les vamos a dar material bibliográfico actualizado, independientemente del material que adquiera el propio gobierno local.

¿Qué deberíamos entender por ‘servicio de calidad’ en una biblioteca pública municipal?

–En primer lugar, que el servicio debe ser accesible. Y accesible en términos de horarios, pero también de infraestructura. Por ejemplo, no pueden instalar una biblioteca en un segundo piso de un mercado, por así decirlo. Tiene que estar en un primer piso y en un lugar que la comunidad conozca y al que pueda acceder.

Entonces, el primer punto es que se trate de un servicio accesible, pertinente, que esté abierto en los horarios adecuados y que responda a las necesidades de la comunidad. Eso también es muy importante. De hecho, las bibliotecas públicas municipales no son todas iguales. Cada biblioteca pública es un poco permeada por la comunidad a la que atiende y allí está su riqueza. Entonces, tiene que ser pertinente también en cuanto a las colecciones, que atiendan las necesidades de sus usuarios.

Otro ejemplo: en un distrito con una gran cantidad de personas quechua hablantes, si el gobierno local crea una biblioteca municipal que no cuenta con material en quechua, no está cubriendo mínimamente una necesidad de sus ciudadanos. Entonces, retomando la idea: para lograr bibliotecas de calidad son necesarias algunas características básicas en cuanto a infraestructura, accesibilidad y pertinencia de los horarios y las colecciones.

Una biblioteca no es sólo infraestructura, debe responder a las necesidades de su entorno. Foto: Difusión BNP.

En el Perú tenemos cerca de 2,000 municipalidades, considerando las provinciales y distritales. Si se cumpliera la ley, ¿existen suficientes profesionales de Bibliotecología para atender esa demanda?

–En realidad no, pero precisamente ese es otro reto a trabajar como sociedad. Necesitamos seguir impulsando la profesionalización de la bibliotecología para, al mismo tiempo, ofrecer bibliotecas públicas de calidad. Estamos hablando de 1,894 bibliotecas públicas municipales, sin embargo, existen además otros tipos de bibliotecas. Tenemos más de 50,000 colegios que deberían tener bibliotecas escolares.

En la lógica de ofrecer servicios de calidad, en lugar de tener colecciones en físico, ¿no sería más útil impulsar bibliotecas digitales? Al menos en teoría, ¿cree que el futuro de las bibliotecas es 100 % digital?

–No, no lo es. Y por varios motivos. Las bibliotecas digitales son un complemento, un servicio adicional que fortalece y potencia los servicios bibliotecarios. Es cierto, las bibliotecas digitales permiten, principalmente, el acceso al libro. Pero las bibliotecas públicas son más que eso: trabajan con la comunidad, hacen mediación de lectura, realizan talleres, organizan exposiciones, hacen muchísimas cosas más que solamente entregar un libro o poner un libro a disposición de un usuario.

Le pongo un ejemplo. Hay una línea de trabajo internacional que se está impulsando desde las bibliotecas, en concordancia con los Objetivos de Desarrollo Sostenible. En ese ámbito, hay bibliotecas que, en determinados contextos, prestan granos para que la comunidad siembre y, por supuesto, tienen material bibliográfico referido a la agricultura, a la siembra, a la cosecha. Una biblioteca digital no lograría eso.

La promoción de la lectura desde la infancia es uno de los retos de la Biblioteca Nacional del Perú. Foto: BNP/Difusión.

Pero, se podría hacer el intento…

–No, porque en una biblioteca digital no hay contacto humano. Las bibliotecas son la infraestructura, la colección, el material, los profesionales bibliotecarios y, sobre todo, los lectores. Una biblioteca digital es un componente, pero no consigue esa dimensión de comunidad.

Ustedes hacen un recuento de los usuarios de la Biblioteca Pública Digital por segmentos: edad, temas, áreas. ¿Qué es lo que más leen los peruanos?

–Literatura e historia.

¿Hay coincidencia entre la demanda digital y lo que se observa en las salas presenciales?

–Sí, principalmente literatura e historia. En realidad, no hemos ahondado en esa lectura porque se trata de dos medios que se complementan; sin embargo, vemos que, por el contexto Bicentenario o quizás también por la pandemia, hay mucho interés de la ciudadanía por los temas de historia, por revalorar la literatura y por conocer el patrimonio bibliográfico y cultural, en general.

Como BNP, nosotros tenemos anualmente unos programas académicos. Hasta el 2019, teníamos un programa de Historia y Arte Peruano. En pandemia, y pasando todo a lo digital, decidimos abrir un programa de Historia, uno de Literatura, uno de Bibliotecología y uno de Ciencia, adicionales al de Arte Peruano. El primero que lanzamos, en mayo del 2020, fue el de Historia. ¿Saben cuál fue la demanda? Tuvimos 4,000 mil personas conectadas para escuchar una cátedra de Historia del Perú.

Muy buena cifra…

–Hay un gran interés, sobre todo en el mundo digital. Otro dato que les puedo proporcionar es que estamos en distintas redes sociales, entre ellas TikTok. Cualquiera pensaría que TikTok solo tiene videos con bailes, pero no. Los videos de la BNP con mayor éxito en esa red social son los que muestran nuestro patrimonio, las joyas bibliográficas de la Biblioteca Nacional del Perú.

(FIN / Ensayo General)

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