Escribe: César Chaman
1.
El día que tiene presentación en vivo, ‘Chaqueta’ se levanta temprano y hace ejercicios antes de tomar su acostumbrada ducha fría. Chalaco práctico, artista por más de 40 años, José Piaggio Simpson no es un hombre de cábalas ni rituales. Por el contrario, casi nunca deja las cosas a la suerte. “La noche del show –asegura– lo que menos quiero es estrés”.
Delgado, en forma, el cantante sigue llevando el cabello largo hasta la base del cuello, igual que en sus inicios como solista y, después, vocalista de ‘Macondo’, el grupo que formó con ‘Pochi’ Marambio y Carlos Espinoza en los años 80. Pero en pandemia se ha rasurado la barba que usó por temporadas y con ella se ha ido también ese aire a tipo rebelde, amigo cercano de la noche.
Una semana antes de cada concierto, va definiendo su repertorio como quien compone una canción, a solas. “Me imagino tocando en el sitio, con la gente allí”, explica ‘Chaqueta’. Y, entonces, levanta un ‘vuelo interno’ para armar el menú según el dictado de la mente y el corazón: boleros, guajiras, salsa dura, rock, algo de jazz, bossa nova, temas peruanos.
Algunas veces arranca su show ‘abajito’ y va subiendo en intensidad y volumen. Otras, entra con todo lo acumulado en ese fogón de ritmos que atiza desde su etapa adolescente en La Punta, en los años 70, en la casa del bisabuelo Faustino Piaggio. “El día de la presentación siempre hay nervios –admite con naturalidad–, en el estómago, un poquito que me acompaña”.
En el escenario, para ‘Chaqueta’ Piaggio el despegue puede ser suave o intenso, pero lo que nunca hace es terminar un concierto ‘cuesta abajo’. “Voy como un avión: puedo arrancar fuerte y continuar así o entrar suave, pero tengo que cerrar arriba, de todas maneras. Sí, no puedo acabar abajo porque sería como dejarle al público la sensación de una cosa débil”.
–Y de esos ‘de arriba’, ¿cuáles son los temas habituales para cerrar?
–Por ejemplo, «Guajira pa’ mi barrio» o una descarga libre, una improvisación. Sí, me atrevo a hacerla.
–¿Lo decides en el momento?
–Los músicos con los que trabajo son buenos y nos entendemos bien. Puedo hacer una descarga totalmente libre con un tumbao de piano y lo demás lo invento allí mismo, sobre la marcha.
–¿La gente lo agradece?
–Claro, eso es muy caliente. Hay bastante nervio, mucho que botar y tienes que arreglártelas como sea; es como cruzar de un edificio a otro por un alambre: no te puedes caer. Y le das y le das, hay mucho calor. Una descarga es garantía de que la presentación termina bien.
*****
2.
Omara Portuondo tenía 65 años cuando ‘Chaqueta’ viajó a La Habana para el noveno festival Boleros de Oro de Cuba, en 1995. Conocida como ‘La Novia del Feeling’, Portuondo había recibido ya la medalla Alejo Carpentier en 1988, en reconocimiento a su trayectoria artística, y preparaba con los músicos de Buena Vista Social Club el disco que saldría al mercado en 1996 para alcanzar un nuevo éxito internacional. Piaggio recuerda con gratitud esa oportunidad en la isla, dentro y fuera de los escenarios.
“A Cuba fui para Boleros de Oro y tuve la suerte de compartir con Omara Portuondo, con César Portillo de la Luz y muchos otros músicos invitados al festival”. Si la memoria es frágil, Piaggio ha sabido fortalecerla en torno a este capítulo clave de su historia personal: “Me quedé más tiempo del que había pensado y todas las noches salía a La Habana Vieja, a Centro Habana, y me reunía con quienes podía. Todos tocábamos y cantábamos”.
En Lima, de sus presentaciones iniciales en Sargento Pimienta y, tiempo después, en el Havana Club de Miraflores, algunos de sus seguidores comenzaron a decir que el estilo de Piaggio tenía cierto matiz caribeño.
‘Chaqueta’ ha contado esta historia varias veces: el embajador de Cuba en Lima, Pedro Díaz Arce, y el agregado cultural Jimmy Santana no se perdían ninguna de sus presentaciones. “Iban a todos mis espectáculos y se quedaban impresionados, al punto que decían que yo era cubano”. Fue por medio de Díaz que recibió una invitación del gremio de autores y compositores cubanos para el festival donde alternaría con Omara Portuondo.
A Piaggio no le incomodan los comentarios, aunque íntimamente preferiría que no hubiera dudas sobre la ‘nacionalidad’ de su estilo para cantar. Con todo, una de sus interpretaciones más solicitadas tiene que ver precisamente con Cuba. “Hay boleros hermosos, pero el que nunca he podido sacar de mi repertorio es Los aretes de la luna”, relata, seguro de que su cierre en modo chachachá lo diferencia –de alguna manera sencilla– de las grandes estrellas que han versionado el tema compuesto por José Dolores Quiñones: Vicentico Valdez, Javier Solís, Celia Cruz, Benny Moré y Celio González, para citar solo algunos.
“En realidad, verme como un cubano siento que no me toca. Soy un músico peruano que compone sobre sus experiencias, de los lugares por los que camina y sobre lo que le ha tocado vivir; un artista que refleja en canciones sus experiencias sentimentales”, añade. Para ‘Chaqueta’, componer y cantar es como escribir un cuento, llevar a alguien de paseo sobre un disco brillante.
*****
3.
Diez días después de confirmar su primer caso de covid-19, el Perú entró en una cuarentena rigurosa a las cero-cero horas del lunes 16 de marzo del 2020. Nadie sospechaba en ese momento que se trataría de un intento fallido por contener la pandemia y que, en los meses siguientes, la tonada más escuchada sería la de las sirenas de las ambulancias corriendo hacia los hospitales en busca de una cama UCI.
Antes de quedar encerrado, ‘Chaqueta’ Piaggio vivía días de ajetreo. Para celebrar sus 40 años como cantante, tenía en mente un concierto en el Gran Teatro Nacional (GTN) y desdoblaba su tiempo entre los trámites burocráticos para asegurar el local y la coordinación con los músicos que lo acompañarían en la gala. Pero todo eso se cortó en seco.
“Con la pandemia, el proyecto quedó paralizado y me concentré en hacer canciones, que es lo mío –continúa–. Compongo mucho con la imaginación, las melodías me van saliendo y aunque no soy pianista, me ayudo con el teclado, voy buscando”.
Así nació, por ejemplo, el tema que le dedica a su compañero de música y aventuras Julio Algendones (1934-2004). “Se me ocurrió iniciar con percusión, pues ‘Chocolate’ era un percusionista magnífico. Entonces, empecé a buscar bajos en el piano: tun… tun… tun…”. Con los sonidos graves como soporte, ‘Chaqueta’ se siente capaz de viajar hasta el fondo de la memoria, ese recipiente de pasado vivo donde cada quien guarda sus trastos viejos y sus pequeños tesoros.
Sin sobreactuar, recuerda que la primera cuarentena lo obligó a cancelar dos espectáculos con local y fecha ya confirmados. “Me dio cólera, por supuesto. Los músicos, al menos en mi caso, no es que tengamos presentaciones cada semana. Me dije: Pucha, bueno ya, esto me dará tiempo para trabajar lo del concierto por los 40 años”.
–Eso es lo que he hecho en la pandemia. Mentiría si te dijera que me afectó, que me deprimí–, comenta ‘Chaqueta’.
–¿Cuántos temas compusiste?
–Cuatro o cinco. No compongo tanto, realmente. Me enfoco en una canción y la voy terminando; ocupo el tiempo sobre todo en lograr que sea buena y que tenga un sentido.
–¿Eres de los que muestran el trabajo mientras lo avanzan?
–No, se lo presento a Alina (la escritora Alina Gadea, su compañera). Ella me da mucha seguridad en esto. Y ahora voy a hablar sobre un tema con el músico José Luis Madueño, él tiene un demo que hemos grabado hace poco. Bueno, a él porque vamos a trabajar juntos. Pero, no, no muestro mis composiciones así no más.
*****
4.
Todo músico conserva una colección personal de anécdotas y curiosidades que suceden en el escenario, es cierto, pero ‘Chaqueta’ debe ser el único que ha cantado con las plantas de los zapatos pegadas al piso.
Tenía un contrato para presentarse en un teatro de Lima y fue al local por la tarde, para la prueba de sonido junto a los músicos. “En eso me encuentro con un señor que estaba barnizando el piso de madera con una especie de laca y le digo: Maestro, buenas. Voy a cantar acá dentro de un rato, ¿esto va a secar para la noche?”.
El operario de mantenimiento le sostuvo la mirada y, sin dejar de esparcir la sustancia, respondió al vuelo: “Claro que sí, ‘Chaqueta’. No te preocupes, esta pintura seca al toque”.
Horas más tarde, cuando el público comenzó a mirarlo raro y a cuchichear por el esfuerzo que hacía para dar cada paso sobre las tablas, el cantante entendió que debía ofrecer explicaciones. “¡Damas y caballeros, disculpen, me estoy pegando!”, se sinceró Piaggio. Y para aclarar que no lo decía solo en sentido figurado, tuvo que contar los detalles de la laca, el operario y su mentira piadosa. La gente aceptó y soltó una carcajada larga y sonora.
Los músicos resolvieron a su manera colocando trozos de guaipe bajo sus pies y ‘Chaqueta’ –en cierto momento– pensó en quitarse los zapatos. Pero cayó en la cuenta de que las cosas podían empeorar con los calcetines sobre el barniz. “A veces, lo mejor es aceptar la realidad y recurrir al sentido del humor; no te queda otra”, reflexiona.
En otra ocasión, el pianista se levantó en medio de un concierto y se largó sin decir palabra. Creo que estaba ‘demás’, dice Piaggio, con una sonrisa. “Una vez se me apagó la luz, una tarde se malogró el equipo de sonido y también se me ha salido el zapato en medio de una canción. Varias veces me he resbalado y me he levantado rapidito. Una noche daba un concierto en El Olivar de San Isidro y algo estalló entre los cables y los instrumentos; se cortó la electricidad y me informaron que ya no iba a regresar. Como me faltaban solo cuatro temas, junté a la gente cerca del escenario y terminamos cantando a capela”.
*****
5.
En el último año, ‘Chaqueta’ se ha presentado en vivo por lo menos ocho veces, gracias a la reapertura de actividades artísticas como resultado de la vacunación contra el coronavirus: en La Punta, en Miraflores y en la Feria Internacional del Libro de Lima, el 1 de agosto. Y si se trata de hacer comparaciones numéricas, considera que hoy le va mejor que antes de la pandemia.
“Al público lo he encontrado bien, muy alegre, con muchas ganas de estar”, opina el artista, a juzgar por el cálido recibimiento en sus recientes presentaciones. “¡Por supuesto, imagínate! Después de tal encierro, la gente está contenta, sintiendo la música, abierta de corazón”.
Con los temas que compuso en la pandemia, más algunos de sus éxitos ya conocidos, tiene un disco en camino que podría presentar en el 2023. No ha renunciado a la idea del concierto por sus 40 años de artista, pero está a la espera de una respuesta de la administración del Gran Teatro Nacional.
“Yo no paro, sigo avanzando con lo mío, haciendo temas. Lo del disco depende de muchas cosas, también de un auspicio que estoy esperando. Tú sabes, estas cosas hay que pagarlas: los arreglos, el estudio, la presentación misma. Si todo sale bien, calculo que saco el disco para el próximo año”.
En jeans, casaca clara y zapatillas de fin de semana, Piaggio graba un video cortito para invitar a la gente a sus próximas presentaciones en el Cocodrilo Verde y Tierra Baldía de Miraflores. Agradece que no le haya preguntado lo de siempre: por qué te dicen ‘Chaqueta’, dónde te iniciaste, en qué te inspiras. Después de todo, lo que queríamos era conversar.
(FIN/Ensayo General)
>> PARA LEER EN RED >> Leydy Loayza: «El Perú es una novela negra a tiempo completo»