Maestro Luis Alberto Medina Huamaní, profesor de quechua.

Colección Bicentenario: los clásicos de la literatura peruana también en quechua

Escribe: Renzo Chávez Lescano

Paco Yunque, el emblemático cuento de César Vallejo que relata la historia de un niño campesino víctima de maltrato escolar en su primer día de clases, circula ya en una versión en quechua, gracias al trabajo de Luis Alberto Medina Huamaní.

Esta versión forma parte de un proyecto cultural bastante más amplio que busca promover los derechos lingüísticos de los pueblos originarios y reivindicar a este sector de la población peruana, positivamente revalorizado en los últimos años.

Literato, quechuahablante y docente de profesión desde hace 20 años, el yachachiq (maestro) Luis Alberto Medina Huamaní asegura que tiene una relación histórica con el poeta de Santiago de Chuco.

“Vallejo es un autor histórico, conocido en todo el mundo, y Paco Yunque también es un cuento histórico, el más leído en el Perú y el más conocido entre lo que escribe Vallejo en narrativa. Esto, por un lado. Por otro, es el primer cuento que leí de pequeño, cuando vivía en el campo”, explica.

Para entender la lengua originaria quechua es necesario, como preámbulo, saber que en el Perú existen al menos ocho dialectos de esta lengua madre.

“El quechua más amplio –dice Medina–, el que domina territorial y culturalmente, es el quechua sureño, con dos dialectos importantes: el chanka (Ayacucho, Apurímac y Huancavelica) y el Cusco-Collao, que encontramos en Cusco, Puno y Moquegua, principalmente”.

Luego tenemos el quechua central, que abarca el quechua de Junín (el wanka, de Huancayo), Cerro de Pasco, Huánuco y Áncash, principalmente. Existe también el quechua norteño, de Cajamarca y Lambayeque.

Por último, está el quechua amazónico, en algunas comunidades de San Martín, Amazonas y Loreto, “aunque en esta región hay más conexión con el quechua de Ecuador”.

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Cuento Paco Yunque de César Vallejo en lengua quechua.
Paco Yunque, el emblemático cuento de César Vallejo, ya circula en versión quechua.

Todo comenzó en casa

Para entender las razones que motivaron a Luis Alberto a realizar este trabajo –al igual que todo lo que hace en la promoción del quechua– es necesario conocer un poco de su historia personal.

Su origen nos remonta a su nacimiento, en 1981, en el pueblo de Pararani, un anexo del distrito de Pullo, provincia de Parinacochas, región Ayacucho.

“En Pararani todos somos familia, todos nos conocemos. No somos más de ocho familias, en realidad, porque los vecinos eran tíos o parientes lejanos”, recuerda con nostalgia. “De niños, todos somos quechuahablantes, nos desenvolvemos en una sociedad quechuahablante”.

Sus primeros años los vivió en la casa de su abuelo materno, don Javier Huamaní Navarrete, donde creció bajo su crianza e idioma, hasta los seis años.

“Yo tengo contacto con el español por mis hermanos, que nacen en Coracora, una ciudad bilingüe con predominio del español. Mi madre nació quechuahablante, pero aprendió español en el colegio. Ella es maestra de una escuela de la comunidad, por eso mis hermanos crecieron en un entorno bilingüe”.

Cuando sus padres llegan a Pararani –donde Luis Alberto vivía con su abuelo–, tuvo un primer encuentro con el español que hablaban sus hermanos. “Lo gracioso es que eso no impedía que peleáramos o jugáramos. Así, con ellos, llegué a aprender español, hasta que en la escuela perfecciono el idioma”.

Por ser un niño del campo, era normal que su desenvolvimiento se relacionara con los quehaceres de ese entorno. “Mi principal oficio de niño era el pastoreo de ovejas, como parte de mis actividades cotidianas; también apoyaba en las labores del campo, en la agricultura”.

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“Mi madre me trajo a Vallejo”

“Mi primer contacto con César Vallejo fue cuando yo tenía alrededor de 8 años y fue, precisamente, con Paco Yunque”, recuerda el yachachiq.

Un día, su madre le entregó un librito azul con franjas amarillas. Era de una colección de narradores peruanos. “Anda leyendo esto, porque cuando vayas al colegio te van a mandar a leerlo”, le dijo ella esa vez.

Ese tomo contenía Paco Yunque, Fabla Salvaje y El Tungsteno, las tres obras narrativas emblemáticas de Vallejo.

“El título del cuento me sonó raro porque allá, en Pararani, nadie se llamaba Paco y tampoco había alguno con el apellido Yunque”. Así comenzó a leer a Vallejo.

Al mismo tiempo que descubrió a Vallejo, también llegó a su vida, en añadido, una gran pasión por la lectura que marcaría su futuro. Recuerda que, en esos años de pastoreo, en casa tenían una caja con libros de donde comenzó a tomar las lecturas que lo fueron formando.

“También comencé a leer a José María Arguedas, Agua, Yawar Fiesta. Sus libros me engancharon porque el universo de sus textos era el mío: el campo, las montañas, la chacra, los ríos. La manera en que Arguedas describe todo eso es como si describiera mi propia vida, a mi propia familia”.

Gracias a la caja con libros, conoció también a Ciro Alegría, con El mundo es ancho y ajeno y Los perros hambrientos.

Cuento 'Paco Yunque' de César Vallejo en versión quechua.
Cuento ‘Paco Yunque’ del poeta César Vallejo, en versión en quechua.

“Si quieres trabajar, tienes que hablar castellano”

Luis Alberto explica que su proceso de castellanización no paró desde la escuela. “En ese tiempo nadie enseñaba quechua en la escuela, estaba como prohibido. Y, en casa, las familias, los padres que ya tenían contacto con la ciudad, tenían la idea de que para progresar había que hablar castellano”.

Una vez terminada la primaria, Medina Huamaní sale de la comunidad, en 1994, para los estudios de secundaria. Por decisión de su madre, se trasladó a Coracora, capital de la provincia, con el fin de estudiar en el colegio ‘9 de Diciembre’.

El proceso de Luis Alberto fue sencillo gracias al hábito de la lectura. “Leer me dio ventajas para tener un buen desempeño en el colegio; incluso para nunca ser discriminado, porque a mis otros compañeros que también llegaban del campo, por su castellano marcado por el quechua, los trataban discriminatoriamente, incluso los profesores”.

“Mi castellano era más fluido porque los libros me ayudaron a conocer palabras, a tener más vocabulario y a expresarme con cierta facilidad”, acota.

En esos años aparecieron las habituales inquietudes por el futuro y también los clásicos consejos de los adultos. “Siempre me decían: Si tú quieres trabajar, tienes que hablar castellano; si no, ¿quién te va a dar trabajo? Sonaba lógico”.

La educación superior hizo que migrara a Lima. Aquí inició sus estudios de Literatura, en la Universidad Nacional Federico Villareal (UNFV). La decisión de la profesión a seguir fue muy meditada, puesto que, según refiere, su familia le invitaba a seguir “profesiones más rentables”.

“Estudié Literatura y creo que fue algo natural porque ya venía leyendo, con esta afición por la lectura y por comprender el mundo. Para cuando terminé la secundaria había leído mucho más, incluso autores de Europa, Estados Unidos y Latinoamérica”.

A pesar del gusto por su carrera en la Villarreal, un día la realidad le cayó encima como un baldazo de agua fría: una amiga le ofreció su puesto como docente de Lengua y Literatura, porque ella no podía seguir. Luis Alberto rechazó la propuesta.

–¡Pero, yo no quiero ser profesor!–, le dijo, a modo de explicación.

–¿Y de qué vas a vivir cuando te gradúes?–, respondió de inmediato su amiga, con una pregunta que tenía la intensidad de una bofetada.

“Me tomó pocas semanas entender que las opciones eran pocas; me preguntaba de qué vive un literato. Volví a llamar a mi amiga para tomar la plaza libre y desde ese momento me dedico a la educación. Ya son 20 años”. Y a la par que enseñaba, siguió la carrera de Educación en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM).

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Enseñar el quechua

A Luis Alberto, ejercer la docencia le ayudó a descubrir que le gustaba enseñar. Sin embargo, sentía que tenía un compromiso pendiente en este oficio: difundir su lengua materna. Pero eso traía consigo el desafío de estudiar el quechua.

“La inquietud por el quechua la traigo desde mis años en el campo –dice Medina Huamaní–. Cuando empiezo a leer, encuentro un librito escrito en quechua, del Ministerio de Educación, de su oficina de Huamanga”.

Aquel libro se titulaba Llaqtanchik y era parte de un programa bilingüe de los años 80. Ese librito tenía escritos los relatos orales, las historias cotidianas que escuchaba de niño. “Muchos de estos cuentos ya los había escuchado porque mi abuelo me los había contado. Por eso los conocía, aunque tenían algunas variaciones”.

Luis Alberto comenzó a leer, pero tuvo muchas complicaciones porque había aprendido a leer en castellano. “Entonces, comienzo a descifrar algunas reglas de escritura de la lengua quechua, porque yo pronuncio las palabras relacionando los fonemas con las letras”, detalla.

“La pedagogía del quechua surge cuando estoy buscando estudiarlo, porque soy quechuahablante nativo, pero no estudié el idioma”. No es lo mismo hablar que escribir o leer, enfatiza.

“Tú sabes hablar un idioma, por ejemplo, el chino, luego vas a la escuela y te enseñan en español, aprendes a leer y escribir en esta lengua extraña a tu comunidad; y un día, por primera vez, te enfrentas a un texto en chino, te complicas porque sabes hablarlo, pero nunca te enseñaron cómo leerlo. Fue más o menos lo mismo”.

“Ya en Lima, como profesor, no me siento muy satisfecho con el trabajo que tengo: muchas horas de trabajo y muy poco tiempo para los proyectos; por eso busco dónde estudiar quechua para enseñarlo. Sabía que no era suficiente con decir ‘soy quechuahablante’, necesitaba la certificación. En esa época no había muchos centros que enseñaran quechua”.

Superando estas limitaciones, consigue convalidar su formación empírica y alcanza la certificación. Esto le abrió las puertas para centrarse en la enseñanza de su lengua materna.

“En el 2017, Idiomas PUCP de la Universidad Católica abre una convocatoria para enseñar quechua por primera vez en su programa de lenguas y desde ahí empezamos a trabajar seriamente en la enseñanza del idioma”.

Literato y maestro de quechua Luis Alberto Medina.
Maestro Luis Alberto Medina sueña con ediciones en quechua de los clásicos de la literatura peruana.

Instituto Nacional para las Lenguas Originarias

Además de trabajar en Idiomas Católica, Medina –junto a otros colegas– impulsa el Instituto Nacional para las Lenguas Originarias (Inalo).

“Es un equipo de docentes especialistas dentro de la enseñanza del quechua y la traducción –precisa–. Queremos extender esto a otros países y ya venimos trabajando con Argentina, gracias a la colaboración de la yachachiq Paola del Federico, desde Buenos Aires”.

La idea comenzó a gestarse en el 2017 con un grupo de personas que pensaban: ‘Hay que hacer algo para promover las lenguas originarias’. Hasta que tuvo un nacimiento oficial en el 2021.

“La idea de Inalo es abarcar lenguas sin restricción de idiomas. La política que se maneja es de apertura a la mayor cantidad de lenguas originarias. Trabajamos en el marco de los derechos lingüísticos. Nuestra finalidad es garantizar el ejercicio de los derechos lingüísticos y derechos culturales. Mucha gente desconoce que este es un derecho internacional inalienable”.

Para el equipo humano que impulsa Inalo, una persona quechuahablante, aimarahablante o hablante de cualquier otra lengua nativa, tiene derecho a acceder a la información, recibir educación o entretenimiento en su propia lengua. “Por eso necesitamos garantizar ese derecho”.

“Para la certificación estamos pidiendo el respaldo del Ministerio de Cultura, específicamente de la Dirección de Lenguas Originarias. No buscamos financiamiento, porque la iniciativa es autosostenible, lo que queremos es acompañamiento”.

El proyecto Inalo fue creado con tres áreas de acción: la enseñanza del quechua y otras lenguas originarias, la traducción y la publicación de textos en lenguas originarias.

La enseñanza se desarrolla con programas virtuales a los que cualquier persona puede acceder desde un equipo móvil o computadora.

“El servicio de traducción consiste en atender la demanda de traducir proyectos al quechua u otra lengua originaria; por ejemplo, una empresa X tiene un proyecto y quiere traducirlo al quechua, puede acceder a los servicios que brindamos”.

Y sobre la tercera área, explica: “No solo se trata de traducir y publicar obras, sino de editar y publicar textos escritos en lenguas originarias. Se viene una serie de publicaciones de diferentes áreas del conocimiento”.

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Colección Bicentenario

El yachachiq Luis Alberto explica que la traducción de Paco Yunque surge con las festividades del Bicentenario. “Cuando llegamos al Bicentenario, muchos ciudadanos de los pueblos originarios nos hacemos una pregunta: ¿Qué celebramos los pueblos originarios? El Perú, como un ente macro, celebra doscientos años de la independencia, pero… ¿de qué Perú estamos hablando? Es el Perú hispano el que celebra”.

“¿Qué sucede con los pueblos originarios? Estos pueblos no tienen acceso a la educación, la ciencia y la cultura en su propia lengua por parte del Estado, por parte de las instituciones públicas, porque los pueblos originarios ejercen sus derechos in situ, entre comunidades. Sin embargo, son invisibles para el Estado. Antes no tenían acceso ni en castellano”.

Con esta reflexión, Inalo decidió lanzar la Colección Bicentenario.  “Queremos sacar una secuencia de unas diez obras clásicas del Perú en quechua. Ahora, lo que nos gustaría es que también se traduzca al aimara y a alguna lengua amazónica”.

“Hemos empezado con Vallejo por ser un autor icónico, pero dentro de este proyecto más grande tenemos una colección en el marco de los derechos lingüísticos. Por ejemplo, Los Comentarios Reales en quechua, la Nueva corónica y buen gobierno de Guamán Poma en quechua”.

“Luego vienen Arguedas, Alegría. Incluso tenemos conversaciones con representantes de Vargas Llosa para traducir La ciudad y los perros al quechua. Es ambicioso, es nuevo, pero tiene lógica, porque tenemos un único premio nobel en el Perú, y los quechuahablantes tenemos derecho de leerlo en nuestra lengua. Ahora, multiplica eso por todas las demás lenguas originarias”.

La edición de Paco Yunque en quechua chanka, como primera entrega de la Colección Bicentenario, es el primer fruto de un esfuerzo por revalorizar la lengua originaria más hablada en el Perú. Lo que sigue es fácil de entender, dos grandes retos se avizoran en el horizonte: seguir impulsando el quechua, en sus diferentes dialectos, y promover más lenguas originarias.

(FIN/Ensayo General)

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