Punto de vista: El papel de las galerías en el arte contemporáneo

Escribe: Dusan Fuentes

Hacia la segunda mitad del siglo XIX, el impresionismo es el estilo que, en su afán revolucionario, adquiere fuerza con las exposiciones que los propios pintores disidentes organizaron fuera del circuito establecido de academias de arte y museos, para mostrarse en ambientes autofinanciados. Es allí donde emerge la idea que tenemos de una galería de arte, que servía tanto para exhibir obras como para venderlas, pese a que el término fuese empleado desde el Renacimiento para referirse a colecciones aristocráticas. 

En el siglo pasado las instituciones educativas y culturales abren sus propios espacios y se bifurca el concepto: por un lado, las galerías culturales cuyo objetivo es contribuir a la difusión de la producción artística de determinados autores; y, por otro lado, las galerías comerciales cuyo fin es la venta de obras de arte.

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Atelier Nadar, Primera-exposicion de los-impresionistas, Paris 1874. Foto Difusión.

Actualmente, el arte se ha expandido con la revolución de las comunicaciones y tenemos ofertas para todo público. Aunque la percepción extrínseca generalizada es que se trata de un ambiente de relaciones públicas donde se exhibe y ofrece lo que dicta el mercado, esto lamentablemente exacerbado por el negocio especulativo de ciertas tendencias del arte contemporáneo con sus caprichos conceptuales, a lo que personajes influyentes de redes sociales han sabido sacar el jugo, incluidos quienes critican dichas tendencias utilizando neologismos para un arte que, desde sus perspectivas, no es arte.

Lo mostrado en las últimas ferias de arte nos dan cuenta de lo que proponen los espacios galerísticos comerciales y marchantes locales e internacionales. Son ferias, sus éxitos lucrativos es lo que muchos confunden con el sentido artístico de lo que ofrecen. ¿Quién establece y rige que lo presentado en una galería puede calificar como arte? Los miles de artistas contemporáneos que exponen hoy en galerías, ¿cuántos de ellos serán citados y su obra será investigada en las próximas décadas?

Duchamp-Fountaine-fotografiada-por-Stieglitz-1917. Foto: Difusión.

El «urinario» de Marcel Duchamp (1) , cuya exhibición fue rechazada por la Sociedad de Artistas Independientes de Nueva York en 1917, un siglo después se estudia en los cursos de Historia del Arte y se han reproducido sendas versiones, a partir de fotografías, para distintos museos. En 2019 una banana pegada con cinta adhesiva en la pared de una feria de arte, fue comprada por 120 000 dólares y luego donada al Museo Guggenheim de Nueva York (2): ¿prevalecerá más allá de lo anecdotario? Solo el tiempo y la historia lo dirán. Duchamp vivió una época de destrucción entre guerras mundiales donde empezó a cuestionarse el concepto de arte, por ello es que cualquier objeto podía llegar a ser arte, probablemente a Duchamp no le interesaba si la obra se vendía porque incluso terminó perdiéndose. Ahora el mercado del arte es más indiferente que en el pasado, nuestra generación continúa existiendo entre guerras en un planeta cada vez más vulnerable, y la sociedad artística es una burbuja donde un certificado de autenticidad o un código QR es la obra de arte porque -al fin y al cabo- lo que se ha vendido es una idea (3). Los coleccionistas pagan sumas incongruentes por una pieza que no poseen y están de acuerdo, todo ello en el inicio de la era de las inteligencias artificiales donde las AI han empezado a ganar concursos de arte (4).

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Cada artista es libre de trabajar el lenguaje que le parezca, sin embargo, es opinión de muchos que el arte contemporáneo, y en mayor medida el arte conceptual, se ha alejado de un público masivo para convertirse en objetos entendidos y dirigidos a una élite que lo consume. Se debe tener en cuenta que la expresión artística es reflejo de su tiempo, y es obvio que la brecha entre clases sociales hoy en día es más dramática que antes; esto explica que determinadas piezas se hayan convertido en elementos vacuos para satisfacer un mercado frívolo. 

Aunque esto es una parte del espectro, hay varios artistas cuya vanguardia está más acorde con la coyuntura que vivimos. Ai Weiwei (China, 1958) ha orientado su trabajo hacia un arte conceptual más coherente, incluso con obras más comprometidas con las crisis actuales como los miles de refugiados que escapan de gobiernos opresores (5) . Otro artista chino, Cai Guo-Qiang (1957), también logra instalaciones deslumbrantes desde las cuales podemos generar argumentaciones interpretativas serias reconociendo la crítica al sistema (6). Y así también se podría hacer referencia a los artistas de comunidades indígenas y otros grupos que, aún en este siglo XXI, afortunadamente tienen una cosmovisión distinta a la nuestra de formación eurocéntrica.

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Ai Weiwei The Law of the Journey 2018. Foto. Difusión.

Entonces, creo que la gestión desde una galería de arte cultural debe apostar por presentar propuestas artísticas consistentes, donde haya un equilibrio entre el concepto de la obra y la técnica de su autor, ofrecer al mercado exposiciones sólidas. En una entrevista reciente una artista peruana declaraba: “El mercado del arte, no define el camino a seguir, sino el artista” (7) . Estoy de acuerdo, no obstante, la realidad perceptible es que se trata de grupos de amigos que exhiben en círculos cerrados y, a tal punto, que algunas carreras son direccionadas para ser parte de esa línea superflua, pero rentable, del rubro. 

Para hablar con objetividad -a pesar de la subjetividad de mi opinión- menos del 20% de lo que hoy se muestra en las galerías locales es trascendente. No se están rompiendo paradigmas como en contextos anteriores. Quizá sea el momento de ampliar el panorama. Hay una generación emergente de jóvenes en la capital y en las regiones cuya obra es interesante, no solamente en el campo de la pintura, escultura y grabado, sino también en las ramas más contemporáneas. Lamentablemente, a pocos se les da la oportunidad de exponer.

Las galerías culturales no necesitan retribuir favores. Considero que su misión es convertirse en una vitrina para que las galerías comerciales acojan a nuevos artistas con oficio y los inserten en el mercado. Las galerías culturales no serán las salvadoras de la decadencia del arte contemporáneo, pero pueden contribuir a elevar la oferta, a preparar ese camino que definirán los artistas. Es una tarea en conjunto aún pendiente.  

1- En este siglo han surgido nuevas hipótesis que indican como autora de “La fuente” a Elsa Hildegard, baronesa von Freytag-Loringhoven

2- Revisar ‘El plátano pegado a la páred

3- Un artista vende una escultura invisible

4- Un programa de inteligencia artificial ganó un concurso de arte

5-  “Ai Weiwei. A la deriva: Arte, derechos humanos y refugiados” (Deutsche Welle, 2017).

6- Líneas del Arte

7-  Lama, Luis: “Una artista global”.  En: Caretas N° 2685, 10 de agosto de 2023.

(FIN/Ensayo General)

Dusan Fuentes (Lima, 1981). Historiador de Arte por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Actualmente, se dedica a la gestión cultural como Coordinador de la Galería de Artes Visuales de la Universidad Ricardo Palma en el Centro Cultural Ccori Wasi. Ha laborado en la Galería John Harriman del Británico Cultural, en la Galería del Centro Cultural de la Pontificia Universidad Católica del Perú y en el Museo Central del Banco Central de Reserva del Perú. Ha realizado la curaduría para la exposición de acuarelas «Paisajes vitales: Luz y color en la tierra» (2021) de Giancarlo Mendoza Ruelas, en el Centro Cultural de la Universidad Nacional San Agustín de Arequipa; así como en la muestra «El desprejuicio y la altura» (2022) de la fotógrafa checa Sára Saudková, en Cultura 69 – Underground Galerie de Arequipa. Crítico en temas de arte.

Museo Bodega y Cuadra, en el centro de Lima. YouTube Ensayo General

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