Se imagina a sí mismo como un cazador de señales y las encuentra tanto en la sencillez de lo cotidiano como en la complejidad metafísica. Su más reciente poemario –‘Umetsu’– lo ha llevado en un viaje que comienza en el puerto de Kobe, Japón, en junio de 1909 y que 115 años más tarde aún no termina.
Para el poeta Juan de la Fuente (Lima, 1963), ‘Umetsu’ es un largo poema de búsqueda que enraíza en el territorio y el tiempo, en el mar y las dunas, pero sobre todo en una memoria incompleta que necesita sanar: “Las raíces entrarán por las ventanas del barco / Y desde allí se aferrarán a las aguas”.
Makizo Umetsu es el abuelo materno del poeta, nacido en Tottori, una figura ausente que sobrevivió al olvido en la evocación de sus descendientes, en las cartas que envió al Japón mientras estuvo en Perú y en las fotos en tono sepia que hoy podrían unirse para imaginar poéticamente el lienzo completo.
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Aceptación, negación, preguntas
Varios meses antes de entrar en imprenta, el poemario de De la Fuente tenía otro nombre, ‘El libro del agua’, sin embargo, un lector de confianza trasladó al autor un comentario que cambiaría las cosas: “Juan, en este título está tu apellido”.
Con esa nueva señal, el poeta decidió rebautizar el libro y llamarlo finalmente ‘Umetsu’, como el abuelo que una noche de 1938 fue obligado a salir de su casa, en Lima, y no regresó más al lado de su esposa y sus cuatro hijos.
“Mi madre hablaba del abuelo con mucho orgullo y amor –recuerda el poeta, sin juzgar las razones del alejamiento–. Hasta que fueron pasando los años y mi relación con Makizo Umetsu se fue diluyendo; había aceptación de un origen oriental, también negación y muchas preguntas, sobre todo”.
Preguntas como las que aflorarían de la lectura de un antiguo informe de la prefectura de Tottori, cuyo autor –un puntilloso empleado de migraciones– anotó que de los siete viajeros que salieron de Kobe en 1909 no se conocen descendientes en el Perú. “¿Acaso no existo?”, observa el poeta.
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“El poema es un organismo vivo”
“Escribo para mí”, afirma De la Fuente, cuando se le pregunta si ‘Umetsu’ es un poema-viaje-sueño con características de respuesta interior. “Es decir, escribo para un lector ideal con el que me identifico, que tiene cierta sensibilidad y que se vincula con el mundo a través de lo humano”.
Siempre he pensado que el poema, si bien lo escribes para alguien, para las fuerzas celestiales, es un organismo vivo y toma su curso conforme pasa el tiempo, agrega. “Llega un momento en que se te escapa de las manos, pero te va guiando, te muestra sus señales, sus normas, su destino”.
Sobre su nueva publicación, De la Fuente ha dicho que es un libro que le hace llorar. Se refiere al proceso, a la construcción de un viaje que nunca existió –el retorno de Makizo Umetsu al Perú tras su partida intempestiva, el reencuentro con su mujer, sus hijos, sus nietos– pero que es posible a fuerza de poesía.
En ‘Umetsu’ hay más ficción que realidad, admite el poeta. El viaje de retorno del abuelo ocurrió solo en el territorio de la poesía, aunque no hubiera sido posible sin los elementos tangibles que gatillaron este andar.
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Poesía, mercado y libre albedrío
Con este libro “he curado una parte de mí que era como una herida abierta”, explica el autor, para acotar que la poesía es tanto rebeldía como resistencia. “Si hay una verdad, es la que está contenida en el libro: aquí no soy rigurosamente histórico, pero sí honestamente poético; acá prima la poesía”.
Después de todo –sintetiza De la Fuente Umetsu–, la poesía es lo opuesto al mercado y le recuerda al ser humano que es libre para imaginar, soñar y crear. “Le recuerda que tiene libre albedrío, pero también que no está acá para destruir el mundo y a sí mismo, sino para construir”.
Por eso, el gran reto de la poesía, de la escritura, del periodismo, es producir cosas que reafirmen cada vez más lo humano frente al artificio –manifiesta–, crear elementos que ratifiquen el carácter complementario de la tecnología a favor del desarrollo del ser humano. Y no al revés.
(FIN/Agencia ANDINA)