“Siempre nos queda la esperanza de que los políticos vean la importancia de la cultura”

Por: César Chaman

En la adaptación teatral de ‘El Diablo’, el director Mateo Chiarella ha puesto uno de los énfasis en explorar la duda. Yevgueni Irténiev, el personaje central en el relato de León Tolstoi, hace equilibrio moral entre dos precipicios: en un lado, el deseo sexual y la tentación –el placer–; en el otro, la culpa. 

‘El Diablo’ es uno de los últimos cuentos de Tolstoi y no se publicó sino hasta después de su muerte (1910). ¿La razón? En parte porque el autor planteó dos desenlaces y no sabía cuál elegir –explica Chiarella–. Y la publicación post mortem “incluye los dos finales, lo cual es muy interesante a nivel teatral”.

“Esta es una obra que trata sobre la culpa e intenta mostrar hasta qué punto el conflicto emocional puede destruirte”, agrega el director, aludiendo al valor y la vigencia de un texto escrito hace más de cien años. 

Y si bien el drama, en el relato de Tolstoi, se vive a nivel personal, íntimo, la trama abre ventanas para pensar en el impacto de esas indecisiones cuando el individuo atribulado está en posición de decidir la suerte de muchas personas. “La literatura no es representacional, sino representativa”, acota Chiarella.

>> PARA LEER EN RED >> “El público viene al teatro para sumergirse en una historia y conectar con sus vivencias”
“La literatura no es representacional, sino representativa”, acota Chiarella. Foto: Difusión.

Mateo, cómo es tu encuentro con Tolstoi y, en particular, con este relato. ¿Cuál es la actualidad que encuentras en ‘El Diablo’?

– León Tolstoi es un autor al que he seguido mucho y conozco sus principales obras. Es más, hace un tiempo mi papá (Jorge Chiarella) montó ‘Historia de un caballo’, basado en un cuento de Tolstoi, y hasta hoy considero que es una de las obras más lindas que he visto en mi vida. 

Entonces, revisité a Tolstoi y me encontré con ‘El Diablo’, uno de sus últimos cuentos, que no se publicó sino hasta después de su muerte. Y no se publicó en parte porque el autor le planteó a la historia dos finales y no sabía cuál elegir. Por cierto, la publicación post mortem incluye los dos finales y eso es muy interesante a nivel teatral. Lo que nosotros hemos hecho –con Lucho Tuesta, el codirector de la puesta en escena– es describir cómo el personaje principal no sabe qué hacer, qué decidir: al final, tú no sabes cuál es el final ‘real’ de la obra. 

Conversábamos con Lucho Tuesta sobre esta corriente que está un poco en boga: la autoficción. ¿Hay algo de ello en ‘El Diablo’?

– Eso me parece muy interesante. Esta es una obra que trata sobre sobre la culpa y hasta qué punto el conflicto emocional puede destruirte. Habla de un momento clave en la vida de Tolstoi, sobre un deseo sexual muy fuerte –tanto que no podía quitárselo de encima– y cómo esto afectaba su vida. Hemos encontrado una narración paralela que aborda este evento y es muy parecida a la que ahora mostramos en la obra. Entonces, claro, es también una especie de autoficción, porque es como si Tolstoi usara su experiencia personal de una manera muy gráfica, muy denotativa. Eso me parece buenísimo porque se nota que el cuento tiene vena, tiene fibra: el escritor está explorando esa dimensión y la saca desde el fondo (de su ser) para colocarla en el papel. 

>> PARA LEER EN RED >> “Aún debemos trabajar mucho para entender que la lectura es un derecho”
‘El Diablo’, una autoficción de León Tolstoi sobre la moral, la tentación y la culpa. Foto: Difusión.

En un segundo nivel, si se quiere: ¿hay en esta historia algún rastro, un sello de quien hizo la adaptación teatral? 

– Bueno, la historia se presenta tal cual la escribió Tolstoi. Yo he incluido, por cierto, algunas adaptaciones, he insertado algunas cositas, porque ustedes saben que la literatura no es representacional, sino representativa. Ese es un tema complejo, porque cuando se lee una novela, un cuento, el lector está imaginando. Y tú puedes imaginar una cosa, yo puedo imaginar otra, ella otra. Sin embargo, cuando llevas la historia al teatro tienes que decidir el cómo para que haya un camino claro: tú (director) tienes que decirle a la actriz “El personaje es así”, “El personaje piensa esto”. Es una construcción con el actor y la actriz; de modo que el público que viene a ver la obra tiene ‘otro tipo de experiencia’, porque está presenciando algo –de cierta manera– ya ‘encarnado’.

Entonces, el trabajo teatral incluye una valoración desde la adaptación. Todos estos monólogos internos que tiene el personaje, que no se dicen en el texto original, tú los puedes incorporar acá, en el escenario. El actor con una mirada potente transmite lo que en la literatura no se dice. Ese nivel ha tenido que ser sopesado en la adaptación.

Hablando precisamente de ‘El Diablo’ y su carácter de actualidad, ¿cómo observas el presente del teatro peruano?

– Bueno, creo que no somos ajenos a lo que está viviendo el país, en todas sus coyunturas y procesos. Tampoco somos ajenos a las luchas (de la ciudadanía) y no renunciamos a seguir haciendo teatro, a pesar de que algunas condiciones no son las adecuadas.

En este contexto, lo único que espero es que, como gremio, no abandonemos esta lucha (por el arte, por la cultura) y no dejemos de proponer historias. Sobre todo porque estoy convencido de que un país que no tiene teatro, que no tiene arte, es un país que se queda chato, no se desarrolla.

A veces no se mira a la cultura. Se ve a la educación –lo cual me parece fundamental– y a la economía porque son los espacios donde nos movemos en lo cotidiano. Sin embargo, la cultura es como un apoyo para la educación en un nivel poco más profundo, porque con la cultura se desarrolla otro tipo de valores y a través de la cultura y el arte tú te vuelves tolerante, te haces sensible. 

Entonces, esa es nuestra misión y por eso luchamos. Y siempre nos queda la esperanza de que los gobiernos y los políticos vean la importancia de la cultura, que en algún momento se iluminen, que no nos pongan tantas trabas y que no nos miren como enemigos.

Que no sean el diablo…

– Que no sean el diablo, efectivamente.

(FIN/Ensayo General)

*****

‘EL DIABLO’ EN JESÚS MARÍA

[*] Cuenta la historia de Yevgueni Irténiev (Sebastián Stimman) quien debe encargarse de la hacienda familiar para volverla productiva y, así, pagar las deudas que dejó su padre al fallecer. Al estar lejos de la ciudad, piensa que no podrá iniciar un vínculo con una mujer de su entorno social. 

[*] Entonces decide iniciar una relación clandestina con una muchacha de la aldea más cercana (Andrea Luna) a la que, de una manera misteriosa, quedará atado, incluso después de contraer matrimonio con una bella e inocente joven (Valentina Saba). 

[*] Adaptación del relato ‘El Diablo’ del novelista ruso León Tolstoi. Thriller psicológico dirigido por Mateo Chiarella y Lucho Tuesta. Actuaciones de Sebastián Stimman, Andrea Luna, Milena Alva, Lilian Nieto, Ricardo Velásquez y Valentina Saba.

[*] Funciones de viernes a lunes a las 8:00 p.m. (domingos a las 7:00 p.m.) en el teatro Ricardo Blume (Jr. Huiracocha 2160, Jesús María). La temporada va hasta el 26 de junio. Las entradas están a la venta en Teleticket y en la boletería del teatro. Lunes populares. 

>> PARA LEER EN RED >> ‘Una sola voz por el Perú’: festival para promover la diversidad musical del país

Más Noticias Destacadas

Cisnes: danza y teatro en un aleteo para escapar ilusoriamente del olvido

En Cisnes, Alberto Ísola dirige magistralmente a Mirella Carbone y Rafaella Cúneo. El espectáculo de teatro y danza trata sobre los efectos del alzhéimer y los vínculos que la familia no quiere perder. Teatro de la Universidad del Pacífico, Jesús María..

Deja una respuesta

CONTACTO

Magdalena, Lima-Perú  | +51 908 801 019  |  contacto@ensayo-general.com
Para mayor información los invitamos a suscribirse.

Las notas, entrevistas y artículos de ‘Ensayo General’ son gratuitos, pueden ser utilizados y publicados citando la fuente. Si deseas colaborar con ‘Ensayo General’, puedes ingresar a Yape en el Perú y a PayPal desde el exterior.