Fabiola Vergara jefa de la BNP

“Aún debemos trabajar mucho para entender que la lectura es un derecho”

Por: María Ynés Aragonez

Los resultados de la Encuesta Nacional de Lectura 2022 confirman una tendencia que los peruanos intuíamos, al margen de las concurridas ferias editoriales que se instalan en diversas regiones a lo largo de todo el año: leemos cada vez menos. Y como leemos menos, como sociedad se nos hace cada vez más difícil ver en la lectura un derecho cuyo ejercicio podría conducirnos a una democracia en versión mejorada. La paradoja se anuncia a sí misma.

En la siguiente entrevista la jefa institucional de la Biblioteca Nacional del Perú (BNP), Fabiola Vergara, analiza los resultados de dicho estudio y plantea las prioridades para acortar la brecha de acceso al libro: más bibliotecas públicas y escolares, servicios que incluyan préstamos a domicilio, movilización social y mediación de lectura: “No se trata solo de decir ‘¡Lean, lean!’, sino también de generar una oferta de libros que no se limite a la compra en ferias o librerías”.

La Encuesta Nacional de Lectura revela que el 47 % de los peruanos leyó al menos un libro en 2022, lo que implica que el 53 % no leyó siquiera esa cantidad. ¿Qué nos dice esta cifra sobre la relación de los peruanos con la lectura?

– Primero, debemos señalar que esta es una encuesta nacional tomada tanto en el ámbito rural como en las zonas urbanas. Y, efectivamente, sabemos que hay brechas en nuestro país que debemos cerrar. Ese 47 % es una cifra global, para todo el país, y se explica por distintos factores: ¿para qué leemos?, ¿cómo leemos?, ¿cómo accedemos al libro? Porque esa pregunta estaba vinculada específicamente al libro, tanto en formato físico como electrónico.

Entonces, los resultados de la encuesta constituyen una línea base que nos ayuda a mejorar la planificación a partir de la Política Nacional de la Lectura, el Libro y las Bibliotecas al 2030. La política cuenta con indicadores que nosotros ya estamos reportando como ente rector del Sistema Nacional de Bibliotecas y desde los servicios propios que brinda la Biblioteca Nacional del Perú. Lo que nos toca ahora es seguir construyendo, afinar los planes, programas y estrategias para reducir la brecha en el acceso al libro.

Escolares en una sala de lectura de la Gran Biblioteca Pública de Lima. Foto: BNP/Difusión.
Escolares en una sala de lectura de la Gran Biblioteca Pública de Lima. Foto: BNP/Difusión.

Las comparaciones son odiosas pero necesarias. En otros países tampoco se lee mucho más, sin embargo, a partir de elementos de juicio como la cantidad de ferias del libro, teníamos la esperanza de estar mejor ubicados en esa suerte de ranking regional.

– Primero, aclaremos que una encuesta no es una nota y tampoco un ranking. En la presentación de la encuesta nacional estuvo en la mesa el representante del Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe (Cerlalc), quien abordó el resultado del Perú en comparación con otros países de la región. Ellos manejan distintas encuestas y lo que este especialista mencionó es que, como región, estamos en un nivel digamos parecido.

Sabemos que otros países de la región dicen que su población lee más de 1.9 libros por año, en promedio. Pero el representante de Cerlalc observó que muchos otros países no han hecho encuestas propiamente de lectura, sino sobre cultura en las que hay un acápite dedicado a la lectura.

No necesariamente estas encuestas son comparables porque han seguido metodologías y preguntas distintas. Entonces, no pondría el énfasis en la comparación y mucho menos en un ranking, sino en enfocarnos en las brechas que tenemos como país y en lo que podemos hacer para que más peruanos tengan la posibilidad de acceder al libro y, por lo tanto, la oportunidad y las condiciones para leer.

El desenlace natural de una encuesta de lectura es contar con información para decidir acciones. ¿Cuáles serán las prioridades?

– Como líneas generales, ya hemos iniciado un proceso de descentralización de nuestros servicios bibliotecarios, con estaciones de bibliotecas públicas, con la creación de redes y la apertura de bibliotecas.

Recordemos que un 25 % de gobiernos locales sí tiene una biblioteca pública municipal, frente a un 75 % que no. Ya hemos logrado la creación administrativa de 100 bibliotecas más y estamos impulsando su implementación. Vamos a seguir fortaleciendo la descentralización, pero con énfasis en poblaciones vulnerables.

En la data que arroja la encuesta vemos también que hay una brecha grande en la parte digital entre lo rural y lo urbano. Por ejemplo, sabemos que mucha de la información se está consumiendo en digital. Entonces, si hacemos énfasis no solamente en dar los libros digitales, sino también en promover que las personas usen mejor la información, en fortalecer sus habilidades en el entorno digital, vamos a seguir cerrando esa brecha.

Otra prioridad es la alfabetización informacional con énfasis en la lectura digital. También seguiremos trabajando en la apertura de más bibliotecas porque la encuesta señala que el uso de bibliotecas es todavía muy bajo.

Muchos ciudadanos y ciudadanas refieren que no usan bibliotecas “porque no hay una biblioteca cerca”. Y esa es la realidad: no tenemos tantas bibliotecas públicas y, por ello, tenemos que seguir trabajando con las instituciones, no solo con los gobiernos locales, sino con otras instituciones públicas para que abran sus bibliotecas para la comunidad.

Por ejemplo, sabemos que las universidades tienen buenas bibliotecas y que las han mejorado en el contexto del licenciamiento que otorga la Sunedu. Muchas de estas bibliotecas pertenecen a universidades públicas, entonces, ¿por qué no promover programas para que la comunidad pueda usarlas, toda vez que se gestionan con fondos públicos?

¿Esa es una propuesta formal?

– Todavía no. Hay una construcción que hacer, pero lo ponía como ejemplo en el sentido de que vamos a seguir haciendo énfasis en las bibliotecas públicas municipales –porque necesitamos más–, pero a la par vamos a procurar que se abran otras bibliotecas que también son públicas.

Fabiola Vergará saluda a todo el sistema de bibliotecas. Fuente: Youtube Ensayo general
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La encuesta observa también que muchos estudiantes no acceden a bibliotecas escolares sencillamente porque no hay bibliotecas en sus colegios.

– Sí, es cierto. Allí tenemos data del Ministerio de Educación que señala que en la actualidad cerca del 10 % de escuelas públicas tiene biblioteca escolar. Sin embargo, aunque muchas escuelas no tienen propiamente una biblioteca escolar, sí trabajan bastante las bibliotecas de aula y siguen el Plan Lector. En ese contexto, nosotros seguiremos haciendo incidencia –con el Ministerio de Educación– para que se abran más bibliotecas escolares como tales.

Entre las razones por las que muchos peruanos no leen, una respuesta es que, en el fondo, no están interesados en leer. ¿Qué hacer allí?

– Sí y otro tanto dice que no lee por falta de tiempo. Es un asunto de necesidad, quizás. ¿Qué hacer allí? Tenemos que trabajar en la movilización social, que es uno de los ejes de la política y de la estrategia de la Biblioteca Nacional: el tema de la promoción de la lectura.

¿Cómo se hace esa promoción?

–Que la misma ciudadanía lo demande. Por ejemplo, el año pasado hicimos una campaña en medios, con las radios de determinados departamentos y con actores culturales locales y autores que reflexionaban no solo en torno a las cifras sino también sobre la importancia de contar con una biblioteca, de impulsar el acceso al libro y de todos los beneficios que esto conlleva para el desarrollo de las personas y de la comunidad.

A la par, necesitamos mejorar el ecosistema del libro. No se trata solo de decir “¡Lean, lean!”, sino también de generar una oferta de libros que no se limite a la compra en ferias o librerías; tiene que haber bibliotecas, espacios públicos donde la gente pueda acceder al libro, donde pueda prestarse libros.

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Sala infantil de lectura Amalia Aubry en la GBPL. Foto: BNP/Difusión.
Sala infantil de lectura Amalia Aubry en la GBPL. Foto: BNP/Difusión.

¿Con quién disputamos un poco de la atención del ciudadano para que destine parte de su tiempo a leer? ¿Con la televisión, de repente?

– Buena pregunta. Algo que también ha salido en la encuesta es que se lee mucho en medios digitales. Entonces, no estamos en oposición: lo físico y lo digital son complementarios. Muchas veces, cuando converso con algunos medios, me dicen “Sí, pero se está leyendo libros digitales”, como si los libros digitales no contaran. Y son libros, o sea, tienen información. De modo que no creo que se trate de ‘quitar a uno para poner a otro’, sino de que la lectura es un derecho.

Así como deben ejercerse los derechos a la educación, a las condiciones básicas, a la salud, a la información, también hay que ejercer el derecho a la lectura. No tiene que ver con ‘Le quito a uno para darle a otro’, tenemos que crecer todos. Más aun, la lectura promueve el ejercicio de otros derechos, pues una ciudadanía informada vive mejor en democracia, cumple con sus obligaciones, accede a los servicios del Estado, puede ejercer temas de auditoría y transparencia. Todo eso se logra a través de la lectura y mediante el uso correcto de la información.

En la encuesta nacional, el 95 % de los entrevistados afirma que lee en su casa y un grupo importante lo hace en el transporte público. ¿Habrá que impulsar campañas para la asistencia a las bibliotecas?

– Debemos recordar que la encuesta se da en un contexto de pandemia y que la información de campo se recogió en el 2022, cuando llevábamos tres años afianzando el mensaje de que la casa es un lugar seguro. Entonces, no sorprende que la mayoría de personas prefieran y hayan optado por leer en casa.

Allí el reto es fortalecer los servicios de préstamo a domicilio, o sea, que las personas puedan tener disponibilidad de libros en casa cuando quieran leer, porque sabemos que no todos pueden formar una biblioteca particular.

De hecho, otra de las preguntas fue “¿Cuántos libros tienes en casa?”. Alrededor del 40 % decía ‘De 11 a 50 libros’ y solo un 11 % respondía ‘De 50 a más’. Es claro que quienes pueden tener una biblioteca en casa constituyen un porcentaje pequeño y, sin embargo, donde más se lee es en casa.

Entonces, por un lado, tenemos ese reto de reconocer que la lectura pasa por un acto íntimo, en el hogar, pero, por otro lado, el gran desafío para las instituciones culturales es regresar al espacio público, donde se pueda acceder al libro, a la lectura y a propuestas culturales. Y, por supuesto, eso se logra con acciones, a través de programas.

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Fabiola Vergara
El libro fortalece la identidad personal y nacional, opina Fabiola Vergara. Foto: BNP/Difusión.

¿Cuáles son nuestras estrategias de formación de lectores? Es decir, ¿cómo damos acceso al libro y ganamos lectores para que la biblioteca no sea solo un cuarto con estantes y libros?

– Allí lo que nosotros trabajamos es la mediación de lectura. De hecho, junto con la Casa de la Literatura Peruana y el Ministerio de Cultura tenemos, desde hace cinco años, el Programa Cátedra que forma mediadores y del que ya han salido justamente cinco promociones, hay una red de mediadores a nivel nacional. Entonces, trabajamos mucho en la mediación de lectura, una estrategia que la desarrollan no solo los bibliotecarios, sino también en las aulas.

Cuando se pregunta a los padres respecto a sus hijos de 0 a 17 años –porque en la encuesta no se les pregunta directamente a los niños, niñas y adolescentes, sino a los padres y a las madres– y se consulta sobre la motivación de la lectura en sus hijos, la gran mayoría dice: “Se han motivado ellos solos”. Y solo un porcentaje menor responde: “He leído con ellos, hemos cantado canciones”. En consecuencia, hay que involucrar también a las familias y eso, definitivamente, tiene que ver con la movilización social.

En el fondo, ¿no será que los peruanos no estamos entendiendo que la lectura es un derecho?

– Bueno, aún debemos trabajar mucho para entender que la lectura es un derecho, que es una práctica social y se da en un contexto, que leemos para comprender el mundo. Y, por otro lado, para asumir que la lectura nos permite el ejercicio de otros derechos ciudadanos. Nos falta trabajar en ello.

(FIN/Ensayo General)

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