Escribe: Dusan Fuentes
Alexander Tongombol es un artista cajamarquino que desde hace más de un lustro compone paisajes urbanos del Perú en ocasiones acompañados por sus habitantes. Testigos del silencio es una serie de retratos del centro histórico de Lima con su arquitectura solariega, pero decadente; de personajes solitarios o en conjuntos mínimos, cada uno ensimismado en sus propios avatares, y hasta en su propia miseria.
Así es Lima en el siglo XXI, una metrópoli deteriorada que alguna vez fue la capital del virreinato español en Sudamérica, en las últimas décadas gobernada por autoridades que la han dejado de lado, sobreviviendo por sectores, en parte por la empresa privada que está invirtiendo en la remodelación de algunos edificios, en parte por el apoyo de instituciones gubernamentales cuyo propósito es la recuperación de espacios y monumentos.
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Señales de vida II (detalle) y Días de Encierro (detalle). Fotos: Dusan Fuentes
La propuesta de Tongombol es conocida en nuestro medio: el dibujo realista sobre cartón, mas no cartones primorosos, sino recogidos -y mejor aún, reciclados- con ciertas imperfecciones que resultan coherentes con lo representado: la arquitectura descrita en el párrafo anterior. “Utilizo el cartón como como soporte ya que es un material encontrado, es frágil, versátil y totalmente inesperado, (…) muchas veces es imprevisible lo que se puede lograr y de esa manera se asemeja también a nuestro patrimonio cuando es abusado de manera despiadada con pintas, anuncios y grafitis sin ningún sentido ni mérito. Por ello, busco mirar a nuestro alrededor, para que este proyecto genere cambios de percepción positiva hacia las construcciones de nuestro patrimonio histórico.” (1)
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La pintura o el dibujo sobre cartón es una técnica empleada desde épocas lejanas (2) sin embargo, nuestro artista cajamarquino encuentra formas de brindar efectos en sus escenas calando y retirando capas de la superficie de su soporte, con ello genera contrastes entre los planos representados y también le sirve para producir juegos visuales con las distintas texturas del material. Además, en sus obras se pueden ver -intencionalmente- las marcas o los textos informativos de las empresas que, en primer lugar, usaron esos cartones como cajas para transportar algún otro producto, generalmente electrodomésticos. Así, letras y enunciados de embalaje, en otros casos grapas, se reconfiguran integrándose a las composiciones de Tongombol. El formato es irregular en sus extremos y esto nos lleva, nuevamente, a la comparación con lo presentado: la arquitectura estrictamente regular de una ciudad construida a partir del siglo XVI.
Hay una pieza en la exposición del cajamarquino que llamó mi atención más que otras, se titula El camino es largo, en ella se aprecia la portada lateral de algún templo citadino situado a un flanco de la composición, al otro lado una mujer de la serranía peruana se dirige en dirección opuesta. En primer lugar, me atrajo lo lograda que están las luces en la obra y los detalles de la decoración en piedra de la portada, así como lo que el artista decidió despojar de cartón para acentuar su idea de lo derruido. En un nivel intrínseco se puede profundizar más allá del rescate del patrimonio hacia una crítica sobre la identidad peruana en esta escena.
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La presencia de los migrantes del interior del país (¿aún cabe llamarlos así?) contrapuesta a un edificio característico de nuestra época virreinal. En este punto, es oportuno citar al antropólogo ayacuchano José Matos Mar: “La conquista desplazó a la alta cultura indígena y andina hacia el polo subordinado de la nueva formación social, en tanto que lo hispano y europeo adquirió carácter dominante. El virreinato nos ubicó en una situación colonial y consiguió definir una estructura social y política que sometió al mundo conquistado y lo integró en la periferia de metrópolis lejanas. Desde entonces la oposición entre lo indígena y lo alienígena, entre lo andino y lo hispano, entre lo nativo y lo europeo, abrieron una grieta en la conciencia nacional.” (3)
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En este siglo XXI somos herederos de este pasado arquitectónico que se está perdiendo, y somos también descendientes de esos grupos humanos que llegaron a Lima en distintas décadas desde hace cien años. Las personas del Ande siguen siendo relegadas en la ciudad (y hasta en sus propias regiones), lo andino en la ciudad es aceptado, mas no integrado, viven en la periferia de Lima y trabajan (o mendigan) en distintos puntos de esta urbe desordenada. ¿Cuál es nuestra identidad si nos enorgullecemos del pasado ancestral y nos regodeamos en nuestra maravilla del mundo moderno, pero encarecemos más a nuestras regiones y a nuestros compatriotas originarios? La apatía, desde diversas esferas, hacia su desarrollo social es tan alarmante como el desinterés por la conservación de nuestros bienes culturales inmuebles. A estas reflexiones nos permite llegar el trabajo de Tongombol, cuyas palabras parafraseamos en el título del presente artículo: Lo bello de la decadencia.
(1) Testimonio de Alexander Tongombol en “Supervivientes al bicentenario” (Ministerio de Cultura del Perú, 2021) Disponible en: https://youtu.be/Q0rRvf4kOLs?si=LsFpQRDndQ0pEwkV
(2) Quizá la obra más famosa sobre este material sea el llamado Cartón de Burlington House (ca. 1501-1505), dibujo de Leonardo da Vinci que representa a la Virgen y el Niño con Santa Ana y San Juan Bautista. Entre otras colecciones se puede citar la del Museo del Prado de Madrid donde se conservan varias pinturas sobre cartón datadas entre los siglos XIX y XX.
(3) Matos Mar, José (1984). Desborde popular y crisis del Estado. El nuevo rostro del Perú en la década de 1980. Lima: Instituto de Estudios Peruanos, p. 26.
‘🎭La poción de la verdad’: ¿preparado para escuchar más allá de lo que quiere oír?
— Ensayo General (@Ensayo_General) January 29, 2024
Una comedia de enredos, con humor, equívocos y situaciones jocosas que llevan a un final inesperado. Obra será estrenada en el Teatro de Lucía este jueves 8 de febrero.
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